La
creatividad, aunque principalmente dependiente de los conocimientos adquiridos,
también es alimentada por la imaginación y por las experiencias vividas; los
viajes, desde esta perspectiva, pueden jugar un papel determinante. Nunca me había
planteado realizar un viaje al estado de Utah, pero asuntos de trabajo de mi
esposo me hicieron realizar esta inesperada visita. Me pregunté inmediatamente:
¿A quién se le perdió algo en Utah?
Lo primero que
me vino a la mente respecto a Utah es que es un Estado de los United States of America que se formó
conforme a las necesidades de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días (a sus miembros comúnmente se les llama mormones); una secta originada
por Joseph Smith en la segunda década del Siglo 19, y cuyo primer sucesor en
liderarla fue Brigham Young, quien fue el fundador de Salt Lake City (capital
de Utah) y tuvo nada menos que 55 esposas.
Me pregunto, ¿qué habrá sido más difícil, mantener a tantas esposas con sus respectivos hijos,
o atender a las quejas y demandas de todas ellas? Imagínense cuando el Sr.
Young llegaba a su casa en la noche: “¿Por qué no me llamaste? ¡Dejaste tu
pijama en el piso! ¿Compraste lo que te pedí? Tu hijo número 32 reprobó
matemáticas, a Juanito le duele la panza ¿Me das para arreglar la sala? La
chapa del baño se descompuso,” etcétera, etcétera… ¡de 55 esposas! Y ¿cómo es
posible compartir el marido entre tantas mujeres?, francamente son cuestiones
difíciles de comprender.
Afortunadamente,
la legislación de ese país ya no permite esas situaciones (lo de la poligamia,
no lo de las quejas) y en la actualidad, en general, las familias mormonas
muestran mucho respeto por los valores familiares y forman comunidades de mucha
atención a sus conciudadanos. Sin embargo, a la fecha existen ramas
fundamentalistas que siguen viviendo como en los tiempos antiguos (pero a escondidas
de la ley), pero son sólo una minoría.
El respeto que
muestra la cultura mormona por su entorno civil y natural se refleja en el
orden y limpieza del centro de Salt Lake City y, de una manera muy connotada,
en la Universidad de Utah, localizada en la misma ciudad. Es loable el hecho de
que en una ciudad, en cuya zona metropolitana difícilmente llegan a los dos
millones de personas, cuenten con un campus universitario de 620 hectáreas, lo
que vendría siendo el 85 por ciento de toda la Ciudad Universitaria de la UNAM.
Después de
atender en Salt Lake City los asuntos de mi “único” marido, emprendimos un
pequeño viaje, a cuatro horas al sur de Salt Lake City, a un parque nacional
del cual no teníamos idea que existiera, hasta hace muy poco: “Arches”. El
nombre proviene de las formaciones rocosas en forma de arcos que la erosión y los
accidentes geológicos, a través de millones de años, maravillosamente han
formado en la tierra. Algunos de los arcos son de fácil acceso y, por sus
características morfológicas, reciben nombres como los del Arco Delicado, Doble
Arco, Ventana Sur y Ventana Norte, y Arco de la Torre.
En el parque
nacional de los Arcos, situado en una zona de más de 35 mil hectáreas, completamente
desértica, se encuentran más de dos mil arcos de piedra rojiza, cuya visión
geográfica nos transporta inmediatamente a los ambientes de las películas del
viejo oeste protagonizadas por John Wayne y todos sus colegas vaqueros
persiguiendo a Toro Sentado y Águila Volando… Pero no sólo este tipo de
películas han sido filmadas ahí; también diversos fragmentos de importantes producciones
cinematográficas se han realizado en este parque nacional: Odisea Espacial 2001
de Stanley Kubrick, Avatar de James Cameron, las Crónicas de Narnia, Indiana Jones and the Last Crusade, el
King Kong de 1976, los Piratas del Caribe, y Star Wars I y II, entre muchos otros ejemplos.
La sensación
de estar en esta zona desprovista de verde, con monumentales y caprichosas
formaciones rocosas de una variedad interminable de carmesís, cafés y rojos,
con temperaturas extremas que difieren grandemente entre la sombra y el Sol, nos
trasportan a lugares que, efectivamente, sólo habíamos visto en películas de
héroes, hazañas inigualables o campos extraterrestres. Lugares que ni la
imaginación más enfocada podría haber soñado en realizar con tal perfección, tan
bien conformada y tan equilibrada con el horizonte para lograr semejante
belleza con tan buen diseño.
Relacionado al
parque nacional de los Arcos se encuentra Moab, el pueblo más cercano. A todas
luces, este lugar parece suspendido en el tiempo, como si lo único que pasara
por ahí fueran el viento, los vaqueros y, por supuesto, legiones de orientales
con sus monumentales cámaras colgando del cuello. Desde pequeños moteles muy
sencillos, hasta hoteles de primera calidad (con todas las comodidades del
nuevo mundo y el diseño de interiores del viejo oeste), y comidas de cortes
americanos al calor de una fogata, son las ofertas de la zona, cuya posibilidad
para conocer se acrecienta con las opciones de recorrerla a pie, en bicicleta, automóvil,
en vehículos todo terreno, cayac, lancha, helicóptero o avioneta.
Otros parques
cercanos al que nos ocupa en esta ocasión, también dignos de ser conocidos, son
el Canyon Land National Park y el Dead Horse End. Al igual que en el
parque de los Arcos, en estos dos sitios se encuentran impresionantes cañones
de kilómetros de longitud donde la vista nos traiciona al pretender diferenciar
en el horizonte el paraje inhóspito, el lago radiante y el ocaso del Sol.
Piedras,
colores, figuras, naturaleza, texturas: majestuosa arquitectura de la
naturaleza. Esta experiencia es para mí, sin duda, una posibilidad de incrementar
el acervo de medios para proponer nuevos diseños, nuevos espacios. Pienso que no
hay mejor material de inspiración para crear que el surgido de la misma
naturaleza, de la cual todos nosotros somos parte, somos herederos y, sobre
todo, somos encargados de preservar para nuestros hijos y todas las futuras generaciones.
De esta
maravillosa experiencia espero encontrar un nuevo enfoque para mi imaginación y
así seguir “reinventando espacios”.
“No puedes
depender de tu juicio cuando tu imaginación está fuera de enfoque”, Mark Twain.
Mariangel Coghlan y su familia
¡Hasta la
próxima!
Fotografías:
cortesía Mariangel Coghlan
http://mariangelcoghlan.blogspot.mx
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