Una vivienda íntima y cálida que se abre al paisaje con discreción, articulada por una escalera que guía el recorrido hacia una vista memorable de la ciudad.
Diseñada para una familia joven de cuatro integrantes, esta vivienda surge como un refugio íntimo que privilegia la calidez y el control visual hacia el entorno. La premisa principal fue clara desde el inicio: resguardar la privacidad sin renunciar a la conexión con el paisaje.
Situada en un fraccionamiento privado en la zona alta de Morelia, Michoacán, la casa se beneficia de su emplazamiento para capturar vistas privilegiadas de la ciudad y sus atardeceres. El diseño se apoya en una paleta contenida de materiales, seleccionados cuidadosamente para transmitir confort en las áreas sociales y resguardo en los espacios íntimos.
El terreno, de proporciones regulares (12 metros de frente por 16 de fondo) y con una pendiente descendente de 4 metros, orienta su fachada principal al norte. Esta condición permitió desarrollar una estrategia de apertura hacia el sur mediante grandes ventanales, que inundan el interior de luz natural y generan una atmósfera cálida y acogedora.
Una escalera recta se convierte en el eje vertebral de la circulación, articulando los distintos niveles de la vivienda. Su diseño ligero y esbelto, acompañado por un barandal de herrería minimalista y escalones revestidos en madera de ingeniería, refuerza la continuidad espacial y la unidad material.
La fachada exterior se presenta sobria y cerrada, invitando a un descubrimiento progresivo de los interiores. Esta decisión responde al deseo de proteger la intimidad de sus habitantes y controlar deliberadamente las vistas desde el interior hacia el exterior.
El acceso principal se da a nivel de planta baja, donde un árbol de Arrayán funciona como remate visual en un espacio a doble altura, visible desde el nivel inferior. En este mismo nivel se desarrolla un área social de concepto abierto que integra sala, comedor y cocina, fomentando la convivencia cotidiana. También se ubica una oficina con ventanales generosos que ofrecen iluminación natural privilegiada.
La continuidad del bloque de escaleras en todos los niveles culmina en el roof garden, donde el recorrido arquitectónico se cierra con una experiencia visual poderosa: la ciudad de Morelia se despliega ante el visitante, dejando una imagen memorable como cierre del trayecto.
Fotografía: César Belio
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