Proyecto finalista de la categoría Habitacional menor de 150 m2 en el XII Premio de Interiorismo Mexicano PRISMA.
Un ambiente de relajación con suaves colores y texturas que
invita a disfrutar el exterior desde cada uno de sus espacios y una serie de pequeños
patios estratégicamente distribuidos.
Ubicada en el centro histórico de la ciudad de Mérida, esta vivienda
de 104 metros cuadrados integra la arquitectura regional con la contemporánea. El terreno, de 200 metros cuadrados, acomoda
una vivienda de dos habitaciones, que fue diseñada con el objetivo principal de
crear sensaciones de confort mediante el uso de materiales térreos y neutrales
como el acabado de chukum, la piedra y los pisos de pasta que, junto con las
puertas de madera de cedro, son elementos tradicionales de la arquitectura
yucateca.
Al tratarse de un terreno reducido, la fuga de las visuales
desempeña un papel protagónico en el proyecto, tomando como base que todos los
espacios contaran con vista hacia los exteriores para poder disfrutar de los
jardines y de la naturaleza, es por este motivo que se decide dividir la
vivienda en dos volúmenes para generar un pequeño patio central.
El diseño escalonado de la fachada invita a atravesar el
umbral de la propiedad, donde nos recibe una sala de estar que vestibula hacia
el medio baño y a la primera habitación por un lado y por el otro hacia la
cocina que se conecta directamente hacia un jardín y hacia una terraza techada
que funciona como comedor.
Para llegar al volumen posterior, se cruza el jardín, mismo
que alberga una alberca con acabados en tonalidades grises, cuya finalidad es
emular las cristalinas aguas de los cenotes yucatecos. La segunda habitación al igual que la primera,
cuenta con su propio baño con vistas a un pequeño jardín privado.
Fotografía: Tamara
Uribe
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