Desde el Paralelo 25.6751 ◾ La Ciudad densa


la densidad es importante, pero como herramienta 
para conseguir un buen entorno urbano, 
no es un fin en sí misma.
Juan Alayo
 
Por: Carlos Ortiz, Arquitecto

En días pasado se presentaron dos iniciativas para modificar la Ley de Asentamientos Humanos del Estado, donde una de ellas causó un gran revuelo ya que proponía elevar la densidad de 250 viviendas por hectárea a 1000 viviendas por hectárea. La propuesta apareció de pronto, con aires de salvadora de la ciudad y correctora de todas la políticas erróneas anteriores; las voces en contra no se hicieron esperar y la cantidad de análisis que surgieron después de ella para indicar que no sólo es la densidad, aparecieron en todos los medios.
 
En 2017 el director Edwards Andrews escribió junto a Eduardo Parra el guion para el corto de ciencia ficción Hecatomb, mismo que dirigió el primero. La película está situada en las afueras de Monterrey y la imagen con la que inicia es de un centro de Monterrey lleno de altísimos rascacielos en un ambiente totalmente contaminado e irrespirable. Esa visión cataclísmica de la ciudad donde los edificios altos son la representación del apocalipsis se ha planteado en los últimos diez años y no es para menos; el beneficio económico disfrazado de bondades a la ciudad siempre ha estado presente en esas iniciativas por la simple razón que vienen de la vía unilateral, de un sólo grupo de intereses y no del común.


La ciudad es un complejo y difícil sistema de negociaciones, más una como Monterrey que nació prácticamente de intereses económicos y mercantiles. La ciudad tiene tres etapas históricas urbanas con geometrías arquitectónicas muy definidas. La primera es la ciudad norestense de sillar y adobe con casas de uno o dos pisos máximo, ésta duró casi desde su fundación hasta finales del siglo XIX. La segunda etapa inició en el siglo XX con la construcción de los grandes palacios de cantera como el banco Mercantil o el Palacio de Gobierno, y una gran cantidad de edificios civiles más elaborados y arquitectónicamente complejos. Justo a mediados del siglo XX viene una tercera etapa donde los edificios levantan altura, de corte moderno que van de los 5 a los 20 niveles de los cuales quizás el más representativo es el condominio acero obra de Mario Pani y Ramón la Madrid. Hasta aquí la ciudad tenía un regularidad geométrica donde todas las escalas y etapas convivían, pero inició el caos. El ambiente se fue perdiendo, la ciudad se extendió y el centro se fue abandonando paulatinamente hasta tener sólo alrededor de 33 mil habitantes cuando tiene una capacidad de más de 700 mil si todo fuera de siete u ocho pisos.
 
Hoy se unen muchos factores que vuelven a ver al centro como atractivo para regresar y vivir en él y esta cuarta capa de ciudad se perfila como extremadamente agresiva contra las otras tres por que es el mercado inmobiliario quien empuja este “renacer” con todos los intereses de índole únicamente mercantilista que esto implica. Aunado a esto las leyes de protección al patrimonio son muy laxas y sumamente débiles, mismas que no están en sintonía con las leyes urbanas que siguen considerando a la ciudad como un terreno baldío donde nada está construido.   
 
Ante esta proyección de más de 7,000 departamentos en proceso los gobiernos han empezado a invertir en peatonalizar calles, sembrar árboles, generar arbolado, implementar infraestructura nueva, siendo todo esto totalmente gratis para los desarrolladores. Pero en materia de movilidad estamos peor que en pañales, una línea tres de metro que en realidad es dos y medio que tiene siete años en construcción, una ecovía que no llega al centro y sin planes de BRTs en el mismo y una inexistente red de ciclovías complementan el combo para que los desarrolladores inunden de edificios de estacionamiento el centro “por que así lo pide el mercado” y por que así lo permite la ley.
 

La clave para obtener entornos urbanos eficientes, de calidad y que dan un gran servicio a sus habitantes está en saber conjugar bien tres cosas: La densidad edificatoria, a un nivel suficiente para que haya una mezcla de usos adecuada, distribuida sobre una red de calles con buena conectividad, fachadas activas y pensadas para los ciudadanos. 
Porque la calle es el espacio público por excelencia en la ciudad y sin buenas calles es imposible hacer una buena ciudad.
Juan Alayo.
 
No sólo es la densidad, de hecho en estas condiciones la alta densidad y el exceso de CUS (llámese oficinas) van a llevar al centro al colapso. Lo que esta ciudad requiere es pensar en conjunto, desde todos los actores y todos los intereses, para que esta cuarta capa que estamos construyendo entre en sintonía con las otras tres y sea de gran calidad para que realmente aporte calidad de vida a quien habita o visita el centro. Un plan balanceado donde densidad de construcción, densidad de vivienda, movilidad, diversidad de uso de suelo, espacio público, patrimonio arquitectónico e infraestructura urbana no se violenten unos con otros y logren un todo armónico y habitable.
 
El paradigma de un barrio de la ciudad es o debe ser la posibilidad de experimentar metafóricamente hablando todas las ciudades en una ciudad. Se debe celebrar la vida. En todas estas acciones la escala de la intervención, parece la clave. La sensibilidad y pluralidad del diseño, es la respuesta.
 
La vivienda es inseparable del desarrollo urbano. Es el "tabique" fundamental del gran edificio que es la ciudad. Hacer vivienda es hacer ciudad.
 Félix Sánchez, arquitecto
 
¿Es un error plantear de golpe el aumento de 250 viviendas por hectárea a 1000 viviendas por hectárea? Sí, ya que no se tiene todo lo demás bajo control se corren grandes riesgos en la interpretación de lo que eso significa. La ciudad debe ser un organismo vivo perfectamente controlado a fin de lograr el fin último de esta pieza maravillosa del ingenio humano: calidad de vida a sus habitantes.


Las propuestas no deben ser unilaterales, deben ser consensuadas, de conjunto, con todas las ideas y necesidades vertidas en ella para que tengan éxito deberán contener lo siguiente:
 
1.- Definir con detalle en que partes de la ciudad se puede densificar sin violentar los derechos adquiridos por las zonas de vivienda unifamiliar o de densidad media urbanamente sanas y activas.
 
2.- Cambiar el CUS por densidad de vivienda en porcentajes adecuados a la cantidad de población y necesidades reales del mercado, evitando la especulación. Esto permitirá eliminar el exceso de estacionamiento y construcciones sin uso por muchos años como sucede en los edificios de oficinas hoy construidos.
 
3.- Definir las geometrías de la ciudad a partir de sus preexistencias, cuidando con especial atención el patrimonio histórico y artístico edificado y las adecuadas escalas de la ciudad en función de la mejor habitabilidad de cada zona en específico.
 
4.- Es obvio que hay derechos adquiridos, estos deben poder transferirse a zonas de potencial desarrollo como las áreas industriales abandonadas inmersas en la zona central de la ciudad.
 
5.-Todos los aprovechamientos urbanos optativos deben generar una aportación del desarrollador a la ciudad y esta aportación debe estar etiquetada para un “fondo metropolitano de movilidad y conservación del patrimonio” donde movilidad implica todo lo necesario para que el ser humano puede desplazarse por la ciudad en cualesquier medio, priorizando la movilidad peatonal.
 
Sin esto, toda propuesta esta destinada al fracaso y a cumplir con los intereses de quien la propone, de nada sirve tener mil viviendas por hectárea si seguimos teniendo una ciudad tan pinche como la que hoy habitamos.
 
Es mejor una buena ciudad que una buena casa
Félix Claus, arquitecto

Fotografía:

1.- Entrada del corto de ciencia ficción HECATOMB de Edward Andrews y Eduardo Parra, 2017

2.- Edificio de vivienda mixta principios del siglo XX, Foto: Carlos Ortiz

3.- Edificio de vivienda mixta en los cuarentas, Foto: Carlos Ortiz

4.- Edificio de vivienda mixta en los sesentas, Foto Carlos Ortiz 

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