Por: Marcos Betanzos*
“Encontrar primero, buscar
después” Jean
Cocteau
La arquitectura para el entretenimiento, aquella dirigida
a las masas y quizá también a la enajenación públicamente aceptada, tiene en
nuestro país a uno de sus más notables representantes. Monumental y soberbio
desde su exterior; impresionante e inmenso desde adentro; empleado para casi
todo aquello que se pueda imaginar: el Estado Azteca y su imponente diseño.
Proyectado por el desaparecido arquitecto Pedro Ramírez Vázquez
y Rafael Mijares Alcérreca. “El Azteca” –con capacidad para 105,000
espectadores sentados– es el más grande construido a la fecha en la Ciudad de
México, uno de los más grandes de América Latina y el único –así lo presumen-
que ha sido sede de dos Mundiales de Fútbol. Todos saben o al menos pueden
mencionar el nombre de uno de sus autores en función de su diseño. Todos de
algún modo, tienen un recuerdo o una experiencia que los vincula a esta obra,
tan pública como la televisión lo ha permitido.
La obra la anunció su principal promotor e inversionista
Emilio Azcárraga Milmo y, en 1962 se colocó la primera piedra con la presencia del Presidente de
México, Adolfo López Mateos. Inició la construcción en 1963, habiendo
quedado concluida la estructura a fines de 1964. Posteriormente se hicieron las
obras adicionales del estacionamiento, accesos, pasos a desnivel, iluminación y
techumbre.
El día 29 de mayo de 1966 fue inaugurado oficialmente con
un juego protagonizado por los equipos América y el Torino de Italia. Su primer
momento cumbre le llegó en la copa mundial de México 1970 (el objetivo real de
la iniciativa), hubo una réplica 16 años después.
Ramírez Vázquez decía, que nunca había dejado ir una sola
obra que llegara a su despacho, “no hay encomiendas a modo, ni existen obras
que no me guste hacer. En mi despacho se trabaja igual chico o grande, lo que
caiga es bueno porque chamba es chamba”. No era su obra favorita, prefirió
siempre hablar de sus escuelas rurales. La educación, primero; después, el lujo
de entretener.
Las
masas lo construyeron y los números que le dieron vida, siguen siendo cifras
que lo hacen más grande: 34
ingenieros, 15 técnicos y 800 obreros trabajaron en él… ¿alguien recuerda quién
dio la solución estructural?
Como toda obra, ésta vale la pena analizarla y rescatar a
los personajes que materializaron el diseño, solucionaron la fabricación y el montaje
del graderío a más de 40 metros de altura (entre otros muchos procesos
constructivos). En plena celebración del aniversario 47, un reconocimiento a
los ingenieros involucrados en su materialización: René Carranza y Aubry, Alejandro Fernández
Vargas, Gerente
y Residente de obra, respectivamente, así como al Dr. Gustavo Otto Fritz de la
Orta, ingeniero consultor.
¿Por qué no podemos recordar la grandeza de una obra en
función de su diseño estructural?
Coloso
*Marcos Betanzos, es arquitecto, fotógrafo y escritor
independiente. Becario del Sistema Nacional de Jóvenes Creadores FONCA
2012-2013 en la disciplina de Diseño Arquitectónico.
Fotografía: cortesía de Marcos Betanzos
@MBetanzos
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