Visitando el Museo de la Acrópolis



Por: Eugenia González y Lorenzo Díaz
Diseñado por Bernard Tschumi e inaugurado en el 2009, el Museo de la Acrópolis era -por obvias razones- una de nuestras visitas obligadas durante la reciente visita a la ciudad de Atenas. Mucho se ha hablado de este recinto, principalmente por su contexto y por la importancia de su contenido, parte clave de la historia de la civilización occidental.
Nuestras expectativas eran altas, después de todo el diseño premiado surgió de un cuarto concurso y fue decidido en el momento que Atenas y Grecia como nación, se encontraban en la carrera económica por pertenecer a la Comunidad Europea y demostrarles el porqué se merecían un lugar de honor.
 
La construcción del edificio y lo que significó se vio siempre rodeado de polémicas, hubo que demoler un par de decenas de casas y respetar los vestigios subterráneos cuyo hallazgo se suponía obvio. El museo está levantado sobre pilares, como de puntitas, sobre el sitio arqueológico que yace debajo. Muchos de los pisos, inclusive en niveles superiores, son de vidrio para evidenciar y mostrar las ruinas encontradas en el terreno que ocupa.


Vista del Museo desde la Acrópolis

Cuatro son los elementos formales del museo que definen su programa y morfología, la elevación sobre las ruinas existentes, que junto con la plaza de acceso, dan base al inmueble. El gran acceso central a la exhibición que simula la inclinación que lleva a la Acrópolis. La gran terraza de la cafetería y el piso superior que reproduce los frisos superiores del Partenón. Estos elementos, literalmente apilados uno sobre el otro conforman la columna vertebral del proyecto.

El resultado de estos espacios es correcto, pero descuidan tremendamente los espacios residuales que generan y que se incorporan torpemente al recorrido. La crujía es torpe y compite contra los maravillosos tesoros en exhibición. Las fachadas laterales, que presentan sofisticados paneles metálicos son ilegibles por dentro y aunque hablan de una continuidad vertical, sólo la simulan ya que esta no existe y se reduce a escaleras eléctricas que emulan la circulación por un centro comercial.

 
Ingreso principal al museo

La sala que corona al museo y que, al contrario del museo y sin explicación formal alguna, está alineada con el Partenón. En ella se reproduce, en una escala uno a uno,  la parte superior del templo de manera esquemática y sobre este esquema se presentan los restos de los frisos que aún se conservan y reproducciones de los que se encuentran en Londres. Es tal vez la ligereza y honestidad con su entorno que esta es sala la que salva al museo y le da la importancia que se merece.


El acceso a las primeras salas simula la inclinación por la que se accede a la Acrópolis
 

  
Vista de una de las principales salas en el primer nivel

  
El espacio inicial es también el centro del Museo

 
La terraza de la cafetería y su majestuosa vista

 
Las Cariátides de Erecteión tienen un especial lugar en el mezanine viendo hacia el espacio central

  
El espacio central del último piso

 
Algunas salas resultan de los espacios residuales y no son muy afortunadas


La reproducción de la escala del friso es afortunada y permite apreciar e imaginar lo que el Partenón fue en su momento de esplendor

 
La orientación y vista del último nivel es espectacular

 
Gran parte del edificio giza de luz natural

 
Vista de la fachada del eficio en su entrono

 
Las geometrías externas de la fachada principal

Fotografía: Lorenzo Díaz

@lorenzodiaz y @EugeniaGG

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