Tal vez lo más notable y sin duda lo que más llama mi atención del Horno 3, el museo del acero, es su indiscutible valentía. Se levanta de entre la historia y la gloria de una ciudad industrial y se propone como una clara visión de futuro. De un tajo nos enseña muchas lecciones.
El Horno 3 es el último de los Altos Hornos de la Fundidora Monterrey, construido hacia finales de los años 60, y es ahora sede del Museo del Acero. Después de 20 años de abandono el nuevo siglo ve nacer este ambicioso proyecto, el rescate del ícono industrial que significó la fuerza de una ciudad y la construcción de un nuevo hito arquitectónico que incorporara de forma didáctica el que hacer del acero y sus aplicaciones para formar a las nuevas generaciones a partir de un valioso legado.
A la restauración de la estructura original, cuidadosamente supervisada por el INAH se unió el proyecto de museografía de la firma Canadiense AldrichPears Associates y el nuevo edificio diseñado Arquitectos Ingleses Grimshaw Architects.
El edificio resultante no sólo respeta el patrimonio industrial que el Horno 3 representa sino que incorporó conceptos de clase mundial en las soluciones arquitectónicas nuevas. Este museo ha sido reconocido por el alto valor de sus espacios sustentables y la calidad cultural de su contenido y programas.
A los pocos años de su apertura el Museo del Acero se ha convertido en un referente imperdible para los visitantes y residentes de Monterrey en el estado de Nuevo León.
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