MOLCAJATE nace como una evolución natural de mi colaboración anterior con NUA: la colección MESTIZO, donde la diseñadora textil Cristina Orozco explora la simbiosis entre lo étnico mexicano y lo moderno a través del diseño. Fue una propuesta que rápidamente se convirtió en la más vendida de la marca, utilizada en proyectos de hotelería, residencias y oficinas. Cuando NUA la invitó nuevamente a colaborar, el reto era claro: continuar esa línea, pero con una nueva formulación que mantuviera la autenticidad y, al mismo tiempo, fuera reconocible.
El nombre MOLCAJATE surgió de manera muy orgánica. El molcajete es un utensilio tradicional de la cocina mexicana, usado para triturar ingredientes y preparar salsas. Le pareció perfecto como metáfora para esta colección, donde la creatividad es el ingrediente principal. Quería que el nombre tuviera fuerza, sabor y una conexión directa con nuestra cultura. MOLCAJATE tiene ese “twist picante” que buscaba: una mezcla de elementos culturales reinterpretados desde el diseño textil contemporáneo.
El proceso creativo fue largo y profundo. MESTIZO estuvo cinco años en el mercado, y ante la demanda creciente—especialmente en zonas turísticas como la playa, donde hay mucho interés por propuestas con identidad mexicana—sentió que era momento de ampliar la oferta sin repetir fórmulas. Se enfocó en extender la paleta de color, las texturas y los patrones, manteniendo las temáticas que habían funcionado, pero llevándolas a otro nivel.
"En 2023 me sumergí en una etapa intensa de investigación, con el objetivo de generar un nuevo discurso bajo la misma fórmula, pero con un enfoque distinto. Por cuestiones de tiempos y comercialización, el proyecto se pausó temporalmente, y lo retomamos en 2024 para finalmente concluirlo en 2025 con una colección de 12 diseños. A veces, desde la idea inicial hasta tener un catálogo estructurado y una estrategia comercial sólida, pueden pasar dos años o más." comenta Cristina.
La colección está dividida en dos tomos, cada uno con paletas de color distintas. Los diseños están inspirados en elementos como la talavera, los alebrijes, los tejidos en telar de cintura, el arte huichol en chaquira y pulseras, y los bordados en huipil. Los nombres de los diseños también reflejan esa riqueza cultural: Habanero, Serrano, Morita, Guajillo, Jalapeño, Chicostle, Chitepin, Chipotle, Piquín, Cascabel, Pasilla y Poblano. Cada uno tiene su propia personalidad y está pensado para facilitar el trabajo de selección a interioristas y firmas de arquitectura.
Cada esquema de color fue cuidadosamente curado para que los tonos mantuvieran armonía entre sí. Esto permite que los diseños se combinen de múltiples maneras, lo que le da a la colección una gran versatilidad. Hay opciones para quienes buscan algo neutro y sobrio, y también para quienes prefieren propuestas más eclécticas, explosivas y aventuradas.
Nada de lo que desarrolló en estos catálogos es una copia fiel de motivos o artesanías tradicionales. No pretende reemplazar el tejido artesanal ni apropiarse de él. Su intención es abrir un mercado de textiles industriales, duraderos, que si bien están inspirados en la simbología y gráfica de nuestra herencia cultural, funcionan como referencias para generar un diseño nacional propio. Es una forma de seguir difundiendo nuestra cultura del color, el sabor y la riqueza visual.
Todo el diseño y producción se realiza orgullosamente en México. Esta colección explora esa reinterpretación de lo que consideramos étnico mexicano, combinándolo con un diseño moderno y exquisito, aplicado a textiles de gran durabilidad y resistencia para interiores.
Fotografías: Cristina Orozco Cuevas
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