Ubicado dentro de un conjunto residencial con estrictas restricciones sobre la modificación de fachadas, el proyecto se concibió como un ejercicio de transformación interior que respeta el cascarón original. El proyecto partió de las dinámicas cotidianas y necesidades específicas de una familia, proponiendo una reestructuración integral que amplía el programa arquitectónico sin alterar la imagen exterior.
La premisa principal fue liberar e integrar los espacios para potenciar la entrada de luz natural, mejorar el confort térmico y ampliar las funciones del hogar. Se incorporaron nuevas áreas como una recámara adicional, un espacio social renovado y capacidad para albergar hasta cuatro vehículos más.
Con una superficie de 800 m² distribuidos en cuatro niveles, la habitabilidad se articula en torno a una escalera helicoidal que, además de conectar verticalmente, genera movimiento y define las transiciones entre zonas sociales. La paleta cromática neutra se enriquece con una materialidad contrastante: marcos de acero esmaltado en negro en puertas y ventanas dialogan con muros de tabique recuperado, mientras plafones con cajas de madera generan un cuarto plano que envuelve y da escala al espacio.
Las intervenciones estructurales implicaron un reto de ingeniería, incorporando vigas y marcos de acero aparentes que no sólo cumplen una función técnica, sino que se integran como parte del lenguaje arquitectónico y narrativo del proyecto. En planta alta, se descubrió un espacio de doble altura que se aprovechó como sala de TV y biblioteca, sumando valor funcional y espacial.
Los acabados refuerzan la atmósfera cálida y sofisticada: pisos de ingeniería en nogal, piedra tecnológica Pietra Grey, basaltina, travertino y mosaicos vidriados en baños secundarios. El uso estratégico de vidrios texturizados permite jugar con la transparencia y la privacidad, según el carácter de cada espacio.
La selección y diseño del mobiliario se realizó con especial cuidado, respondiendo al concepto general y a las necesidades particulares de cada integrante de la familia. La distribución y los materiales permiten delimitar con sutileza las áreas públicas, semipúblicas y privadas, adaptándose al uso cambiante del hogar.
Casa CB es el resultado de una escucha activa y una traducción sensible de los deseos del cliente. Cada rincón refleja su personalidad y estilo de vida, consolidando una experiencia residencial envolvente, cálida y profundamente humana.
Fotografía: Jaime Navarro
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