En una de las zonas más vibrantes y encantadoras de Valle de Bravo, surge un espacio concebido para ir más allá de lo comercial. Su propuesta interiorista se entrelaza con la tradición artesanal mexicana, dando forma a una experiencia estética con propósito.
Desde el primer paso, se percibe una atmósfera cálida y contemporánea. La paleta de tonos neutros, los materiales nobles —madera, barro, lino— y la vegetación cuidadosamente integrada crean un entorno que respira calma y frescura. La luz natural se convierte en aliada, revelando detalles curados con esmero que invitan a detenerse, contemplar y sentir.
Cada rincón ha sido diseñado para favorecer una circulación fluida y relajada. El mobiliario, dispuesto con armonía, guía al visitante en un recorrido sensorial donde el tacto, la vista y el aroma se conjugan en una narrativa coherente: la belleza que nace del sentido.
Uno de los pilares fundamentales del proyecto es su compromiso con el trabajo colaborativo con artesanos y comunidades indígenas de distintas regiones del país. Las piezas seleccionadas no sólo destacan por su técnica y estética, sino por la historia que encarnan: relatos de identidad, herencia y resistencia cultural. A través de alianzas éticas, se promueve el comercio justo y se fortalece el valor de lo hecho a mano.
Este lugar es una celebración del diseño con raíz, donde cada objeto tiene alma y la estética se convierte en un puente entre lo ético y lo emocional.
Fotografía: Erica Forte Photography
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