Con el concepto de HíperLocal como punto de partida, se imaginaron espacios llenos de posibilidades, donde los colores, las texturas y los materiales se apoderaran de los sentidos.
Sobre una base de sensaciones neutras, cálidas y naturales
que evocaran nuestros orígenes, se marcaron acentos y contrastes que
modernizaron dando dinamismo a la propuesta.
Un paso antes de entrar propiamente al diseño de interiores,
el Estudio Juskani Alonso se ocupó de desarrollar la zonificación de las amenidades y áreas
operativas de Stratto Bosques. Con un equipo multidisciplinario conformado por arquitectas,
diseñadores e interioristas, trece espacios y más de 1,700 m repartidos en cuatro niveles, fueron
resueltos en consonancia con la idea de hiperlocalidad.
A nivel técnico, se trazaron las instalaciones, se
especificaron materiales y modificaron algunas alturas, entradas y salidas del proyecto base. Una de las
constantes fue la implementación de muros de cristal que permitieran el paso de
luz natural y la imponente vista del exterior. La selección de mobiliario
integró muebles de línea de marcas mexicanas y detonó el desarrollo de toda una
colección por parte del estudio.
Para cubrir los aspectos más específicos, se colaboró con
ILWT, estudio de iluminación; Inés Maldonado, curadora de arte y Wayak
Arquitectos, proveyendo la asesoría técnica. Una vez concluido el proyecto de
diseño, un equipo de supervisión se mantuvo en sitio resolviendo dudas técnicas
y revisando que la ejecución se llevara conforme a lo planteado.
El motor lobby (S1) es sobrio, pero el mostrador de granito
con la masa vegetal de fondo ya marca un primer contraste con la ciudad que se quedó afuera.
Un paso más allá, el recibidor presenta una combinación de texturas que acoge a cualquiera
que llega al sitio e introduce a la lógica del estilo del proyecto entero: latón, terciopelo
y madera en contraste con la crudeza arquitectónica del concreto y el acero. El espiral metálico
de una escalera tan escultórica como monumental, es ideal para protagonizar el espacio que funge
como la primera cara de Stratto.
Desde el siguiente nivel (PB), sobre el mostrador de recinto
del lobby principal se enreda una línea de luz que se libera solo para llegar a la escalera y
caer, luminosa, por el peso de una esfera que brilla al centro de la espiral. Tanto en el lobby
principal como en el resto de las áreas operativas, los porcelanatos y el
concreto toman personalidad en contacto con los plafones de madera, piedra y
una selección de mobiliario en formas y colores llamativos.
En uno de los frentes exteriores del edificio, el BBQ Grill
se conformó como un intercalado de unidades privadas super equipadas, de geometrías y volúmenes
acorde a la imponente vista de la torre bajo la que se encuentran. La vegetación –liquidámbar
y duraznos jóvenes, filodendros y helechos– además de hacer barrera visual, abona a la
sensación de un exterior tan natural como urbano.
De nuevo al interior y todavía en el primer piso, los
colores enérgicos del Coworking fueron pensados para lograr un espacio estimulante en donde lo
mismo se puede trabajar de manera individual que tener una videollamada, una reunión
presencial o hacer networking.
Matices cálidos, materiales enraizados a México y un
mobiliario diseñado específicamente para recibir personas y perros, dan al Coffee Lounge una
atmósfera abierta y confortable en la que disfrutar una bebida y una conversación con algún o alguna residente.
A un costado, detrás de la celosía de madera, el Social Bar,
se mantiene con un ambiente más discreto en tonos oscuros, pero tan vibrante como sus
texturas y las sombras que el plafón proyecta sobre las superficies. En uno de los muros, un trío
de espejos multiplica las vistas de las dos piezas de arte que destacan en el salón.
Para el corredor de elevadores la iluminación busca marcar
la transición definitiva entre la ciudad y el “estar en casa”.
Por encima de los pisos de departamentos, ya en el piso 41,
el Games Room mantiene la híperlocalidad en la paleta de materiales, la vista
que lo envuelve y, sobre todo, en el diseño de mobiliario: una mesa de póker con formas que remiten
sutilmente a lo prehispánico y un futbolito manufacturado en madera, acero y latón.
Con una vista igualmente privilegiada, el Fitness Room
está integrado por el GYM y el salón de Yoga. Uno, de un verde energético y disposición funcional;
el otro, armónico y minimalista, sacando provecho a la sensación de retiro que pueden generar
cuarenta niveles por encima del suelo.
Finalmente, hay que mencionar que el diseño de las oficinas
y el área operativa incluyó la fabricación de buzones y el planteamiento de un cuarto de
almacenamiento y comedor. Esto, además de apuntar a la funcionalidad y eficiencia, mantuvo
el compromiso de cumplir con el estilo y la calidad del resto de las amenidades.
Fotografía: Jaime Navarro y Zaickz Moz
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