Proyecto ganador de la categoría Restaurantes en el XII Premio de Interiorismo Mexicano PRISMA.
El proyecto contempla 3 estrategias: La primera es un fondo
neutro de madera de roble entintada y avejentada. La segunda es la estructura
de madera de roble en plafón basada en técnicas japonesas de ensambles. La
tercera es la creación de un límite difuso entre interior y exterior; un
asiento lineal que recorre lo largo de la fachada, delimitado por una jardinera
que armoniza el espacio con naturaleza.
Estas estrategias se magnifican por un concepto japonés
milenario que es el juego de los opuestos. Relaciones entre oscuros y claros,
entre superficies finas y rugosas. Tal como sucede con el elemento más importante
del proyecto: la barra de nigiris —de piedra totalmente orgánica— que contrasta
con la superficie de la cubierta de madera de roble, las lámparas de mimbre nos
recuerdan a las canastas tradicionales para pesca. Lámparas de cobre con formas circulares que
van a lo largo de la fachada crean una atmosfera distinta humanizando la
escala.
En la escalera se utilizaron paneles tejidos en palma
sublimados con arte estilo Suminagashi, técnica japonesa de aire, viento y agua
que con formas ondulantes y tonos rojos contrastan con la ortogonalidad del
plafón. Los baños con maderas claras y espejos con formas orgánicas ayudan a
generar amplitud ante la poca altura.
Fotografía: Rafael Gamo
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