De Portada: Estadio Olímpico de Munich, arquitectura de cuatro décadas y media

Tuvimos la oportunidad de visitar este magnífico espacio hace algunos meses y para llegar tuvimos que recorrer parte del campo olímpico que es también una delicia. La ciudad de Munich ganó la oportunidad de ser ciudad Olímpica en 1972 y el diseño del ganador del concurso Günther Behnisch se vio enriquecido con las ideas y el estadio del ganador del Pritzker Frei Otto




Por: Eugenia González @eugeniagg y Lorenzo Díaz @lorenzodiaz
El Parque Olímpico de Múnich se encuentra en la zona de la ciudad conocida como “Oberwiesenfeld” que se puede traducir al español a: Montaña de Escombros, debido a que durante la II Guerra Mundial fue un terreno militar que quedó destruido y con los escombros se creó esta colina que a partir de ese momento sigue sirviendo como un espacio para eventos culturales y sociales, un lugar de esparcimiento y disfrute visitado por propios y extraños.




Otto y Behnisch conceptualizaron el espacio con una estructura de tensión que fluye continuamente a lo largo del sitio siguiendo las curvas que les proporcionaba el terreno, dando como resultado una gran carpa que parece flotar sobre el lugar y se repite en diferentes puntos para dar abrigo a las diferentes instalaciones que se requerían para el evento.




La construcción del estadio para los juegos, obra de Freii Otto fue la que más destacó en su momento y que en nuestra opinión sigue siendo uno de los más bonitos del mundo. La gran cúpula transparente, con una retícula geométrica que parece perderse en el infinito, está compuesta por tres estructuras que siguen siendo un centro emblemático para la ciudad. El estadio tiene unas dimensiones de 105 x 68 m y capacidad para 69.250 espectadores, con un campo de césped rodeado por la pista de atletismo.




Este parque olímpico fue creado hace 45 años con un objetivo específico en el que se demuestra que un gran proyecto arquitectónico con un bien resuelto espacio público se puede mantener vigente y continuar sirviendo a los habitantes de la ciudad y sus visitantes por muchos años. Llamó mucho nuestra atención que en un día gris, frío y lluvioso encontramos a una gran cantidad de familias —bien abrigadas y armadas con sus paraguas— caminando y disfrutando de un espacio en el que la arquitectura y el paisaje cobijan al visitante y lo invitan siempre a regresar.












































Fotos: Círculo Cuadrado

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