En un segundo día de recorrido visitamos los pabellones del
Arsenal, un concierto de naciones de gran complejidad
Por: Eugenia González @EugeniaGG y Lorenzo Díaz @lorenzodiaz
La extensión de la exposición es vasta y lograr entender
todo lo propuesto a profundidad llevaría días de análisis, resulta entonces un
enorme reto hacer un recorrido razonable para entender los hilos conductores
que un ensamble de esta naturaleza ofrece. En un segundo día de visita a la
Bienal de este año logramos enriquecer lo encontrado en los pabellones de los
jardines y por supuesto reafirmar lo visto, corroborar las tendencias.
Dos temas, que evidentemente surgen a partir del enunciado
que como provocación lanzó este año el curador, son la constante de las
exhibiciones. Aravena buscaba que los participantes lograran reportar, así como
sucede con el periodismo, los sucesos desde donde acontecen. Escribir una
historia en primera persona de lo que en realidad son las verdaderas batallas
de la arquitectura, esas que deberían de importar e involucrar a la mayor parte
de la humanidad. Desde nuestro punto de vista lo logró, la Bienal de este año
es un exitoso ejercicio que, aunque de manera poco armónica, presenta temas
comunes que hacen eco en todos los rincones del planeta.
Dos temas son centrales, la rápida y desordenada
urbanización del las naciones y la tardía y pobre respuesta a la creación de
vivienda para los varios fenómenos de migración y humanitarios que se dan en
todos los rincones del orbe. Las
respuestas son muchas y los acercamientos, aunque a todas luces insuficientes,
son grandes lecciones que juntas crean un valiosísimo acervo del que hay mucho
que aprender.
Aunque poco transcendental no habría que dejar aparte algo
que llamó nuestra atención, una parte importante cantidad de los convidados que
podríamos clasificar como “Archistars” presentaron su agenda personal a todas
luces distante de la temática de la exposición y evidentemente fuera de
sintonía de los temas centrales que mueven a la guerra desde el frente. Triste
pero cierto, arquitectura notable pero poco articulada, un fenómeno que no es
nuevo pero que sin duda se hace evidente en su protagónico aparecer en medio de
una reflexión más profunda.
La conversación iniciada por Aravena este ciclo ha puesto la
agenda en el rumbo correcto, habrá que estar atentos a participar en el diálogo
y, desde el frente cotidiano, participar activamente. Los retos son gigantes,
sin duda el quehacer arquitectónico se encuentra en una encrucijada.
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