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Así encontré mi vocación, mi pasión: diseño de interiores

 

Por Aurelio Vázquez Durán @AurelioVazquez
Haré memoria, como mi familia se dedicaba a la comercialización de muebles, desde muy chico mi mayor ilusión era que llegara el fin de semana para ir con mi papá y mis hermanos a las tiendas, donde hacia un poco de todo; desde limpiar y acomodar hasta vender. Era una pasión familiar que compartía.


Oficinas Barrilito.
Luego, cuando llegó el momento de decidir qué estudiar tuve dos posibilidades: irme a temas administrativos o seguir hacia algo relacionado con el mueble. El diseño industrial me atrajo, sin embargo me pareció que durante la carrera se le dedicaba muy poco tiempo al área de los muebles. Ahí fue donde consideré que el Diseño de Interiores sería mi camino ideal, pues, entre varias materias, contemplaba el análisis y la construcción de ambientes con un concepto integral.

Traté de estudiar esa carrera en México, pero en esos años sólo se impartía en el Motolinía y sólo admitían mujeres ─aún me sonrojo, parece que fue ayer─ pero con esa cláusula ─y al ser una escuela de monjas─ mis posibilidades de negociar eran nulas. En fin, no iba a detenerme ahí, por eso mi nueva opción fue Europa, y ─dado que mis padres son de origen gallego─ la balanza se inclinó hacia España. Así me gradué en el Instituto Artístico de Enseñanza (IADE) en Madrid, donde viví algunos de los mejores años de mi vida.


Casa Begalg.
Ahora que ha pasado algún tiempo ─23 años de experiencia─ mi análisis de la arquitectura interior es de más a menos, es decir, primero observo el conjunto, las emociones que transmite todo el espacio, y luego poco a poco voy desmenuzando cada parte, materiales, colores, iluminación, mobiliarios. Lo hago así porque considero que la suma de buenas ideas no siempre da un buen resultado, por eso hay que apreciar y vivir uno mismo la imagen completa.

Casa Moro.
Uno de los grandes problemas, que hace no mucho pasaba en los concursos de interiorismo, era que se premiaba a la arquitectura, no la labor del diseño de interiores. Esto poco a poco ha cambiado, se ha dado una valorización de nuestra profesión, porque una buena arquitectura no garantiza un buen interior. Por eso mismo participo como jurado en el Premio Prisma, porque es un ejemplo de cómo deben ser los reconocimientos de este tipo, donde los proyectos que concursan son anónimos para el jurado, evitando así el favoritismo.

Casa Palacio.
En México hay un campo inimaginable de posibilidades donde aplicar diseño, y el interior es uno de ellos, sin embargo es vital que la difusión no se quede sólo en las grandes ciudades o en las clases altas, además, también hace falta que los grandes jugadores de la economía, es decir, el Gobierno y los corporativos, entiendan y apliquen diseño en su lógica de operación.

Ante este panorama, donde mi vocación es cada vez más necesaria, no puedo olvidarme de algo que aprendí desde chaval: creer en uno mismo es esencial para la vida, si no te quieres no te valoras, y si no crees en ti nadie más lo hará. Para ser diseñador ─como cualquier otra cosa─ te la tienes que creer, y en esa seguridad va de por medio la pasión.


Eno.

Hotel Howard Johnson.

Hotel Pop Life.

Summit AM.


Fotografías y retrato: cortesía DIN Interiorismo.
 
 
 



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