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El exilio como legado arquitectónico


Por: Marcos Betanzos
Este año se celebra el 75 Aniversario del arribo masivo de exiliados republicanos a nuestro país tras el final de la Guerra Civil Española en 1939, tan significativo hecho vuelve a la memoria honrando el legado arquitectónico que este suceso provocó a través de la exposición Presencia del exilio español en la arquitectura mexicana, la cual ha sido posible gracias a la Dirección de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico del Instituto Nacional de Bellas Artes en colaboración con la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de México y el apoyo de la Embajada de España en México.

La muestra reúne el trabajo de un centenar de personajes que intervinieron, en mayor o menor medida, el desarrollo de la arquitectura mexicana del siglo XX. Bien conocida es la influencia del exilio español en la cultura mexicana, sin embargo poco se sabe de su aportación en el ámbito de la arquitectura. Esta muestra destaca la impronta que dejaron en nuestro país los arquitectos que llegaron titulados y los “arquitectos mexicanos nacidos en España” (niños refugiados que se formaron en su patria de adopción), sin dejar de lado otras disciplinas que contribuyeron en el quehacer arquitectónico: ingenieros, constructores, artistas plásticos, escenógrafos, historiadores o críticos de arquitectura.


La diáspora republicana de 1939 llevó al exilio a medio centenar de arquitectos españoles, “entre los que se contaban los de mayor calidad y los de mayor empuje cultural y político” (Oriol Bohigas, dixit). Algunos quedaron en Europa y los Estados Unidos, otros más diseminados por Latinoamérica, pero la mayoría recaló en México, donde tuvieron oportunidad de continuar con el ejercicio de su profesión.

Entre esta veintena de arquitectos destacan nombres como Francisco Azorín, Bernardo Giner de los Ríos, Tomás Bilbao, Roberto Fernández Balbuena, José Caridad, Jaime Ramonell, Arturo Sáenz de la Calzada, Enrique Segarra, Ovidio Botella, Óscar Coll o Félix Candela. Pero además llegaron a nuestro país miles de niños que se formaron en instituciones nacionales, a los que se engloba dentro de la llamada “generación hispano-mexicana”. A ella pertenecen decenas de “arquitectos mexicanos nacidos en España”, como Antonio Peyrí, Ángel Azorín, José Luis Benlliure, Héctor Alonso Rebaque, Mariano Benito Araluce, Imanol Ordorika, Juan Antonio Tonda o Ramón Mikelajáuregui, además de ingenieros tan destacados en la construcción del México moderno como Daniel Ruiz, Francisco Montellano, Óscar de Buen, Félix Colinas o José Luis Sánchez.


En el campo de la academia destacan, además de algunos de los arquitectos citados, Juan Benito Artigas, Pepita Saisó, Nile Ordorika, o las figuras de Juan de la Encina y Vicente Martín que, sin ser arquitectos, participaron desde sus cátedras de historia de la arquitectura en la formación de nuevas generaciones preocupadas por el patrimonio construido. Entre los artistas que incorporaron obra pictórica o escultórica en ambientes arquitectónicos figuran, entre otros, Josep Renau, Antonio Ballester, Elvira Gascón, Benito Messeguer y Vicente Rojo. Por otra parte, escenógrafos como Manuel Fontanals, Vicente Petit, Arcadi Artís Gener y Francisco Marco Chillet hicieron una arquitectura efímera que dejó huella en el teatro y el cine mexicanos de la época.

La muestra, podrá visitarse hasta el 3 de agosto de 2014 en el Museo Nacional de Arquitectura, ubicado en el tercer piso del Palacio de Bellas Artes. Un espacio que siempre queda a deber pero que vale la pena no dejarlo morir. Otra visita obligada.
*Marcos Betanzos (Ciudad de México, 1983) es arquitecto, fotógrafo y articulista independiente. Becario FONCA 2012-213 por su proyecto #BORDOS100 y miembro del Consejo Editorial de la Revista Domus México, América Central y el Caribe.

Fotografías: Cortesía de CONACULTA Y PEEAAM (Presencia del Exilio Español en la Arquitectura Mexicana).



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