Hace unos días llegó a su fin “Visión Expandida”, la exposición comisariada por Vicente Toldi que se montó en el Centro Botín de Santander, España y que agrupó por primera vez, las piezas en suspensión del artista mexicano Damián Ortega (Ciudad de México, 1967).
El
Centro Botín, es un espacio de arte diseñado por el arquitecto y premio
Pritzker Renzo Piano, en colaboración con Luis Vidal; está situado en un lugar
privilegiado de la bahía de Santander, en los históricos Jardines de Pereda. El edificio se compone de dos bloques
horizontales que se elevan por encima del suelo, lo que permite la libre circulación
del paseante y la conexión directa entre los jardines y la bahía. Como en toda
la obra de Piano, la estética industrial y la exhibición de cada una de las
partes del sistema constructivo dan forma al edificio; este es el escenario
ideal para establecer un diálogo en una lengua común con la obra de Ortega,
quien como se apunta en el texto introductorio, desde pequeño desmontaba cosas
para entender su mecanismo y crear nuevos objetos con ellas.
Un par de ascensores panorámicos comunican las
plantas del edificio, este breve trayecto ascendente para acceder a la
exposición, nos permitió hacer una radiografía de la precisión con la que el arquitecto
resuelve los detalles constructivos del edificio. El montaje de la sala 2
estuvo sumamente cuidado, haciendo que, cada una de las obras del artista
mexicano, destacaran dentro de los espacios en los que fueron colocadas.
Una
serie de barras de acero retorcidas sirvieron de vestíbulo para la “Visión
Expandida” de Ortega, “Harvest” (2013) el alfabeto tridimensional inspirado en
la caligrafía de la madre del artista, flotaba debajo de una retícula de luces
perfectamente dirigidas. La dicotomía entre la perfección y la crudeza de los
materiales utilizados en la pieza, eran un mensaje claro de lo que vimos a lo
largo del recorrido de la exposición.
“Cosmic
Thing”(2002), el famoso vocho suspendido de Ortega, símbolo de la
democratización del consumo y del saber popular presente en los intercambios de
autopartes en el mercado negro; estuvo montado en un espacio enmarcado por el
gran ventanal que mira al vestíbulo del Centro Botín, en donde Renzo Piano genera
una especie de patio abierto que se integra a los Jardines de Pereda y el Paseo
Marítimo de la ciudad.
La estructura de este centro, diseñada de manera
inteligente y cuidadosa, permite que la luz natural entre en el edificio desde
diferentes ángulos y en los momentos del día. En el espacio central de la sala,
la iluminación cenital se resolvió utilizando una
serie de estructuras ligeras que permiten el paso de la luz generando un
espacio diáfano del que las obras realizadas a lo largo de la trayectoria de
Damian Ortega fueron colgadas para continuar con el recorrido. “Controller of
the Universe” (2007), “Volcán” (2013), “Viaje al centro de la Tierra:
penetrable” (2014), “Polvo estelar” (2016); piezas formadas por cientos de
herramientas de segunda mano, trozos de aluminio, piedras de tezontle; cosas
que ya no eran nada y ahora dan forma a cuerpos geométricos etéreos que se
pueden recorrer, traspasar y que distribuidas en el espacio nos hicieron
reflexionar sobre la relación pieza-sala-edificio como una sola composición;
desde los vidrios rotos de colores hasta los cientos de piezas de cerámica
circular que Renzo Piano utilizó como piel para su edificio.
Resultó
imposible resistirse a fotografiar y ser fotografiado en varias de las piezas que
forman parte de la exposición, “Warp Cloud” (2018) fue tal vez la pieza en la
que los asistentes dieron vuelo a esta posibilidad, la serie de planos
verticales formados por esferas blancas de distintos tamaños que representan la
estructura química de una gota de agua a la vez que hace referencia a la
tradición textil oaxaqueña; el espectador podía recorrerlos, rodearlos,
traspasarlos, creando un efecto cinético casi hipnótico que hacía que las
personas se quedaran en el lugar por varios minutos.
La
experiencia lúdica se dosificó al cruzar la puerta de la habitación que alojó
“Alias”, el proyecto editorial de Damían Ortega que publica textos
fundamentales del arte contemporáneo que han sido descatalogados o no se han
traducido al español. Una mesa y unas sillas nos permitieron estar un buen rato
hojeando los libros de la colección y que formaron parte de la muestra montada
en Santander.
Para
finalizar el recorrido, el otro gran ventanal del edificio; el que mira al mar
y enmarca la bahía de Santander y las montañas cántabras, sirvió de fondo para
integrar perfectamente el submarino construido con sacos reutilizados que,
Ortega relaciona con los bienes de consumo que se extraen y comercializan sin
importar el lugar de donde provienen, la esquina de esta pieza contiene una
bolsa de plástico con un agujero que derrama sal y que se acumula en el suelo
formando una montaña más mimetizada con la orografía del fondo.
Antes
de salir aprovechamos para salir a las terrazas y aprovechar una vista
espectacular de la bahía. Cuando bajamos ya era de noche y la iluminación del
edificio estaba encendida; la arquitectura que antes parecía etérea y frágil,
había adquirido presencia y solidez sobre el contexto… algo similar nos sucedió
con la obra de Damián Ortega.
Fotografías:
cortesía del autor
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