De Portada: Lo que llamó nuestra atención en Mextrópoli 2019

Nuevamente vivimos la ciudad extraordinaria y disfrutamos de una pléyade de interesantes eventos centrados en fomentar la cultura de la arquitectura y hacer conciencia de que la ciudad —como bien dijo el arquitecto Alejandro Aravena— no es una acumulación, es una oportunidad. No respondimos a la pregunta que Mextrópoli nos puso sobre la mesa ¿dónde termina la ciudad? pero si tuvimos la oportunidad de analizarla desde muchas voces y actividades.


Por Eugenia González @eugeniagg
y Lorenzo Díaz @lorenzodiaz

En lo efímero definitivamente gozamos de los pabellones en la Alameda, que además de estar coloreada de violeta con las magníficas jacarandas en flor, nos invitó a un paseo entre propuestas espaciales y diferentes usos de materiales. Tuvimos la oportunidad de platicar con el arquitecto Jorge Bolio, director de la Universidad Marista de Mérida, quien nos dio todos los pormenores sobre la creación del espacio que hicieron sus alumnos el cual en nuestra opinión fue un excelente ejercicio. El Pabellón Mextrópoli, la propuesta de la IBERO y de la UNAM nos parecieron también destacadas ejecuciones por el manejo de la escala, los materiales y relación con el entorno.




En las conferencias comenzamos la jornada con Antonio Villaraigosa quien nos afirmó que la ciudad comienza y termina con el pueblo y posteriormente Joäo Luis Carrilho nos demostró que después de tanta rectitud las curvas también tienen derecho. Justo antes de la pausa para la comida Dominique Perrault nos presentó su proyecto para la Ile de la Cité encontrando la oportunidad para que los habitantes tengan más espacios en una ubicación en la ciudad luz que muchos pensarían ya no tiene para donde.




El entretenimiento de ficción de Liam Young fue sorprendentemente estimulante sobre todo cuando estuvo contrastado por el relato de David Chipperfield que comenzó con una extraña muestra de ruina y supervivencia. Finalizamos con la reclamación positiva del espacio y la observación de los materiales locales y el entorno de Mariam Kamara. Un extenso y muy basto banquete para digerir en la noche de un lunes, pero definitivamente una experiencia deliciosa.




El martes comenzó con Marina Otero y la presentación del New Institute de Rotterdam, del cual conocíamos muy poco y nos parece que está haciendo un trabajo muy interesante. Ignacio Mendaro nos describió con detalle la vocación pública y el espacio privado del archivo histórico de Oaxaca. Enrique Ciriani se ganó nuestro corazón (y seguramente el de muchos más) cuando nos describió la arquitectura como algo que debe ser agradable, apetitoso, lleno de pasión y deseo.





Jorge Arvizu y Emmanuel Ramírez de Estudio MMX nos compartieron su visión y el recorrido que han hecho —junto con sus otros dos socios Diego Ricalde e Ignacio del Río— por una muy afortunada década llena de excelentes proyectos. Barclay & Crousse aseveraron que la arquitectura no termina, comienza con la observación y el dibujo y continúa en este camino siempre.




Rozana Montiel nos platicó sobre como ella ha aprendido que la ciudad no termina y cómo debemos habitarla. Cerramos el día con una muy amena charla entre Miquel Adriá, Alejandro Hernández y Alejandro Aravena (posterior a su intervención) con motivo de la presentación de su más reciente libro.





Nos quedamos con muchas ideas, no sabemos dónde termina la ciudad, pero tampoco sabemos dónde comienza, por lo que tendremos que esperar a Mextrópoli 2020, no por el interés de descifrarla, sino por vivir lo extraordinaria que es.




Sí, es correcto, nos faltó compartir lo que llamó nuestra atención de las exposiciones, pero sobre ellas platicaremos en otros posts.















































Fotografía: Círculo Cuadrado
www.mextropoli.mx

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