Inaugurado a finales del 2013 este edificio diseñado por el arquitecto norteamericano Rob Wellington Quigley se ha convertido en el símbolo cultural de una ciudad que por su posición en el vecino país apuesta por su liderazgo
Por Lorenzo Díaz @lorenzodiaz
Siempre es clave voltear a ver con detenimiento aquellos edificios cuya construcción se da como mérito del trabajo de una comunidad y la ciudad que esta integra, construir a partir de acuerdos comunitarios es un gran reto y para los que estamos cerca del mundo del diseño arquitectónico sabemos que tristemente a veces lleva inclusive a no construir.
Siempre es clave voltear a ver con detenimiento aquellos edificios cuya construcción se da como mérito del trabajo de una comunidad y la ciudad que esta integra, construir a partir de acuerdos comunitarios es un gran reto y para los que estamos cerca del mundo del diseño arquitectónico sabemos que tristemente a veces lleva inclusive a no construir.
Durante mi
más reciente visita a la ciudad de San Diego dedique varias horas de la mañana
a conocer la Biblioteca Central del condado diseñada por el arquitecto
norteamericano Rob Wellington Quigley que recientemente comenzó su actividad.
El plan de desarrollo de la ciudad ha buscado reactivar el centro de esta urbe,
en la misma zona que se construyó el parque de Baseball sede del equipo local,
Los Padres, se han activado varias iniciativas comunitarias entre las que
destaca este centro cultural. El resultado de estas decisiones ha sido
interesante y poco a poco, lo que había pasado a ser un pueblo fantasma, comienza
a tomar vida.
El diseño
del edifico toma en cuenta cientos de sugerencias de la comunidad recopiladas
en sendos talleres comunitarios, mismos que lograron consensos para la
construcción de un edificio que a todas luces es un desarrollo muy costoso. En
lo personal me parece que, en la búsqueda de darle valor y trascendencia al
edificio, el resultado es una construcción sobre diseñada, excedida en detalles
y materiales. Debo de admitir que la calidad de la construcción es impecable y
que el diseño, aún si exagerado para su naturaleza, funciona adecuadamente para
la comunidad. El rasgo que resulta más característico, y que sin duda ha sido
polémico y es constantemente defendido por sus diseñadores y promotores, es la
cúpula metálica que lo corona. A mí en lo personal me decepciona su trazo que
tímidamente hace mímica a la gran Cúpula del Brunelleschi, resultando una
caricatura en el perfil de la ciudad.
Algunos
espacios interiores, particularmente el salón de lectura en el último nivel son
de gran calidad para un espacio de esta naturaleza. Recorrer libremente y vivir
plenamente un edificio cuya vocación es completamente pública y darse cuenta de
la calidad de vida que se logra para una comunidad es conmovedor. Sin duda la
Biblioteca Central transmite una clara visión de lo que esta comunidad quiere
para sus ciudadanos y la espléndida manera en que han logrado reactivar una
zona de la ciudad abandonada transformándola en un motor cultural. Admirable.
Fotografías por Lorenzo Díaz
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