¡Que ese sueño se repita!

Por: Marcos Betanzos* @MBetanzos

¡Quizá los terrenos urbanos sean el escenario de animados teatros donde se representan complejas obras políticas! –Solomon Benjamin

La Alameda Central es el parque más antiguo de la Ciudad de México: referencia obligada de cualquier visitante primerizo y ejemplo contundente de la discrepancia de una zona turística limitada sólo por la demasía de su oferta cultural, riqueza patrimonial y diversidad de sucesos que acontecen en cada instante. Casi todo está ahí y lo que no, sigue generando ecos en la memoria.

Alameda Central Nov 4 de 1957. Cia. Mexicana Aerofoto S.A.

Este jardín destinado desde su origen al ornamento de la ciudad fue solicitado al Ayuntamiento a finales del Siglo XVI por orden del Virrey Luis de Velasco. Evidencia clara de los árboles que ahí existían (álamos), su nombre se mantuvo a pesar de los diversos cambios de especies y transformaciones que el espacio tuvo, desde el carácter aristocrático que enfatizaba su enrejado hasta lo que hoy conocemos: un área verde ninguneada, que puede ser el lugar más apacible en la mañana, el más dinámico al medio día en domingo y el más inestable (por decir lo poco) al caer la noche en los rincones de esos 96 mil metros cuadrados delimitados por las calles doctor Mora, Ángela Peralta y las avenidas Juárez e Hidalgo.

La Avenida Juárez, con sus arboledas de alineación,
a la altura de la Alameda Central. Ciudad de México, 1904.
Colección particular

Plano de la traza colonial de la Alameda Central de la Ciudad de México,
por Eduardo Mogg, 1811, con base en el plano de Diego García Conde, de 1703.
Colección particular

Alameda de México, tomada en globo (1869)

Especularé al imaginar el reto que tuvo que enfrentar Diego Rivera al realizar “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central” en 1948. Ese gran lienzo que resume 400 años de historia reunidos en 150 personajes que coinciden en tiempo y lugar sin reclamar nada más que la mejor cualidad del espacio público: la convivencia de mundos disimiles que son en un tiempo todos los tiempos reiterando ese principio que indica oportunamente que en el espacio público tanto lo bueno como lo malo se contagia. Insolencia pura.

La Avenida Juárez, con sus arboledas de alineación,

Fuente en la Alameda Central. Ciudad de México.
Entre1850 y 1880

Espectáculo masivo. Alameda central de la ciudad de México. Enero 1972

Volver al sueño para despertar no con un espacio hermético sino con la consolidación de un eje virtual que reitera la recuperación del espacio público incluyente es la promesa de las autoridades encabezadas por la Secretaria de Desarrollo Urbano y Vivienda (SEDUVI) a través de Felipe Leal. Se trata del rescate de esa apretada estructura intangible que condensa relaciones y reflejos (de la ciudad, de sus políticas y de sus habitantes).


Punto de reunión y sala de baile.
Códigos y usos arraigados al llegar la tarde. 2012.*

Detalle de Carrusel Bicentenario. 2012*

Estación de Ecobici sobre Juárez. Apropiación del espacio ambulante. 2012*

Celebro que temporalmente este espacio sea aislado de nuestro paso, quizá así cuando volvamos a estar en él nunca más permitamos que se convierta en tierra de nadie: bodega subterránea de alimentos y todo tipo de mercancías, dormitorios para excluidos y basureros de escala personal que reflejan nuestro menosprecio y a veces el desatino de las intervenciones impositivas que sólo centran su atención en el espacio y nunca en los comportamientos de sus ocupantes, defensores –minúsculos tal vez- pero defensores al fin de cuentas de lo que la mayoría repudia por su carente carácter privado.


La Alameda Central se merece una transformación digna. Ya fue por mucho tiempo un territorio de la omisión, ahora un lugar para la expectativa. ¿Qué será en el futuro? 

Besos al medio día 2012*

¿Y la fuente? 2012*

*Marcos Betanzos, es arquitecto, fotógrafo y escritor independiente.

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