Una acertada remodelación en el poblado de Santa María en Morelia, Michoacán.
La propiedad ha
pertenecido a la misma familia desde principios del siglo pasado; por tal
motivo, la condición de diseño fue preservar el valor arquitectónico, la
esencia de la construcción original y la memoria familiar.
Al ser una de
las últimas viviendas con arquitectura vernácula de la zona, el adobe y la
cantera son el corazón del proyecto. Se realizaron intervenciones sutiles que
generan una propuesta atemporal y se integran a las capas históricas del
inmueble creando una atmosfera íntima y sobria.
Se accede al
inmueble a través de un pasillo que culmina en un espacio porticado que conecta
las áreas habitacionales abrazando un jardín central y un huerto familiar al
fondo de la propiedad. Los materiales fueron re-integrados a la nueva
arquitectura en un acto poético a la materialidad y a su origen: el adobe de
los muros se transformó en el acabado interior de barro natural, las vigas y
hualdras se reutilizaron como soporte de la cubierta y se rescataron todas las
tejas, además de respetar un horno de barro y tres murales pre-existentes.
Las tres
habitaciones dieron lugar a un espacio unificado que funciona como salón
familiar y que se complementó con un programa de sanitarios y un tapanco que
funciona como escenario. El proyecto nunca olvida su origen, sino crea un
equilibrio entre la arquitectura del pasado y los elementos contemporáneos que
abrazan sutilmente la materialidad original.
Fotografía: Taller 58K
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