De lo mucho que hay que ver durante la semana de diseño en Milán, algo que siempre disfrutamos es la claridad con la que se pueden leer las tendencias, los acabados que destacan, los materiales de preferencia y las gamas cromáticas que se ensamblan.
Hacia
donde se dirigen las tendencias presentadas es evidente desde el primer paso,
pero lo importante es no dejarse llevar por la primera impresión —que generalmente
está dominada por los colores— y analizar con profundidad los materiales
seleccionados y sus acabados, ya que es el conjunto: color, material y acabado
(CMF) el que logra la magia.
Entre los
acabados que llamaron nuestra atención destacan telas con notables texturas y
volumen, tejidos bucle y estampados con elementos geométricos. Una notable
presencia de cerámicos y piedras tecnológicas en mate. En accesorios como mesas
laterales y objetos de ornato había una inclinación hacia las lacas y vidrios esmaltados
al alto brillo. Para los metales destacaron los cobrizos y cepillados.
Entre los
materiales —además de las maderas que nunca faltarán— estuvieron muy presentes
los pétreos naturales y sintéticos con vetas contrastadas y para algunas
aplicaciones en grandes formatos. Los metales también son grandes favoritos y
muy presentes en esta ocasión que coincide con los salones de baño y cocina. La agenda de sustentabilidad siempre presente, aunque discreta, en muy pocas propuestas era el elemento central.
La paleta
de colores gira alrededor de los ocres, terracotas, rojos quemados y durazno.
Acentos en azules celeste y turquesa, así como en verdes olivo y bosque.
Para los
ambientes hay un enorme énfasis en la biofília. En el mobiliario una importante
presencia de formas redondas y acogedoras que transfieren una gran intimidad y
confort, además de mucho énfasis en las patas redondas y de gran volumen.
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