Por Eugenia González @eugeniagg y Lorenzo Díaz @lorenzodiaz
Programar la visita a este lugar fue un proceso que gracias al correo electrónico fue muy ágil. En un par de mensajes quedó confirmada nuestra asistencia a la comida en el refectorio —muy puntual a las 13:30 horas—y posteriormente tendríamos tiempo de recorrer con un guía todo el espacio interior, para los exteriores nos dejarían libres.
Programar la visita a este lugar fue un proceso que gracias al correo electrónico fue muy ágil. En un par de mensajes quedó confirmada nuestra asistencia a la comida en el refectorio —muy puntual a las 13:30 horas—y posteriormente tendríamos tiempo de recorrer con un guía todo el espacio interior, para los exteriores nos dejarían libres.
El primer encuentro con el edificio es imponente ya que el contraste de
la mole de concreto sobre el pastizal y el bosque que la rodea pinta un cuadro
muy particular.
De camino al refectorio tuvimos el primer vistazo al recorrido interior
y lo que más llamó nuestra atención fue la relación entre la luz y los
espacios. El día no estaba particularmente soleado, pero tampoco completamente
nublado, por lo que apreciamos diferentes intensidades lumínicas durante
nuestra breve estancia.
La comida fue monacal sumergidos en un lugar con grata compañía que compensó
la rigidez del protocolo. Revisamos con detalle el espacio desde nuestro asiento
en la mesa y posteriormente lo recorrimos de esquina a esquina una vez que
todos los comensales se retiraron y nuestra guía decidió darnos la libertad de
recorrer sin su compañía los interiores del convento siguiendo una sencilla
instrucción: si está cerrado con llave, no hay paso.
Comenzamos con la iglesia y disfrutamos de su monumental escala, así
como del intenso drama de los claro oscuros, las delicadas entradas de luz en
algunos muros y ventanas. La falta de elementos decorativos característicos del
movimiento moderno le confiere una personalidad que se podría definir como
austera, pero que en nuestra opinión, se desmiente con la inmensidad del
colosal espacio que dista mucho de ser sencillo, pero definitivamente
disciplinado y sobrio.
El edificio cierra su relación con las fachadas exteriores limitando el
tamaño de las ventanas y se abre hacia el interior en lo que a nosotros nos
pareció la correspondencia entre la congregación y visitantes —que la habitan
de forma permanente y temporal respectivamente— con la arquitectura. La escala
musical en las ventanas y el contraste de los pasillos hacen que el recorrido
sea un continuo encuentro con deliciosas sorpresas en las que las dimensiones
se relacionan directamente con el sentido del espacio.
El recorrido por el exterior también se llevó su tiempo y un largo rato
de análisis entiendo los volúmenes, la relación de las columnas y los muros
para formar todos los espacios que sentíamos que ya conocíamos a profundidad.
Esperamos que las imágenes que seleccionamos para ilustrar esta somera reseña
les enseñen todo lo que no hemos podido describir con palabras y sembrar en
alguno de nuestros lectores el interés por hacer el viaje para conocer este
fabuloso edificio.
EXCELENTE
ResponderEliminarMuy interesante edificio !
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