Con las decisiones que no ha tomado o aquellas que no le han dejado tomar, el jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera se mantiene en la ruta para sacar a la izquierda del gobierno de la capital y entregar formalmente la entidad a sus acreedores
Su proyecto bandera, el
Corredor Comercial Chapultepec ha caído no sólo en el absurdo por su evidente inconsistencia
técnica y la exhibición del poco tacto urbano-arquitectónico de quienes
pretenden sustentarlo, incluyendo la carente credibilidad de su principal
promotor, Simón Levy titular de PROCDMX.
Engaño tras engaño se ha
recorrido un camino denso y opaco donde gracias al activismo de diversos
ciudadanos independientes (incluyendo arquitectos y urbanistas) ha salido a la
luz y se ha demostrado que esto es una imposición que se mantiene en pie
exclusivamente por los intereses privados que lo respaldan, tan grandes como
para dar la escala correcta a funcionarios y autoridades retratándolos como enanos
serviles, sumisos y obtusos que bailan al ritmo que las monedas producen. Su
mezquindad y su forma tan ruin de manipular las cosas, de enturbiarlas y de
intentar protegerse entre ellos, evidencian que ignoran lo más elemental al
hacer ciudad con un proyecto urbano de esta magnitud: la necesidad de contar
con alternativas plurales, generar distintos atractivos, producir estrategias a
nivel de calle o mecanismos para concretar un modelo de ciudad desde una instrumentación
democrática dejando de lado la simulación, por ejemplo. Algo que desde el
inicio no ha sucedido en este caso.
Tal como escribió André Corboz, la ciudad es un hipertexto que hay que descifrar, un hipertexto hecho de estratos, muchos de los cuales han quedado ocultos o borrados no sólo por guerras, sino también por procesos de destrucción planificada y sistemática del tejido histórico para ser sustituidos por nuevos productos urbanos. El proyecto comercial Chapultepec ilustra a la perfección el concepto anterior que forma parte del urbanismo racionalista, el cual intenta construir lo más rápido y lo más rentable posible, hipotecando cada vez más el futuro de la ciudad y el territorio, un urbanismo que sigue consolidando la ciudad especulativa y segregativa, una ciudad donde no hay espacio para el ciudadano sólo para el consumidor.Una ciudad que encuentra en un producto urbano, la posible satisfacción de todos los apetitos económicos, políticos, y de poder; un producto milagro para gobernantes voraces y sociedades ávidas de estatus. Un pretexto más para tener a la mitad de una avenida histórica, el monumento más wanna be nacido en la cultura de la asimetría social y las complicidades político-empresariales de esta ciudad.
No sorprende que sea un
centro comercial el que intente sustituir al espacio público y que lo privatice
imponiendo nuevos modelos de integración social donde sólo queda el camino a la
dependencia a las grandes cadenas comerciales y las franquicias, reduciendo la
posibilidad de la reunión ciudadana, el paseo y la libertad de acción en la
calle como espacio común. Ese modelo de ciudad temática y de cultura del
consumo, no lo queremos. Sin embargo, lo que hemos visto en años recientes es
cómo la ciudad se ha convertido en objeto de consumo, como la moda. Es
entendible, el mecanismo de consumo tiene un éxito total porque sintoniza los
mecanismos insaciables del deseo, escribió Césare Pavese. Lo peor de esto, es
que al parecer quienes hoy gobiernan han encontrado en esa fórmula la
estrategia idónea para hipotecar con más proyectos similares la ciudad que es
de todos.
Que el jefe de gobierno,
Miguel Ángel Mancera esté dispuesto a entregar la ciudad a otros partidos
políticos es válido, pero preocupa que sea él quien la deje en manos de sus
acreedores políticos que lo han respaldado incondicionalmente, aterra pensar
que quizá no la dejará endeudada sino
empeñada por más de 40 años o más.
El corredor comercial
Chapultepec no es el Titanic, es el Iceberg que llevará al naufragio este modelo
de ciudad donde todo tiene posibilidad de ofertarse y venderse al mejor postor,
por eso decimos #AsíNo: basta de ocurrencias, escenografías,engaños y la
utilización de personajes respetables para validar sus negocios y sus proyectos
mediocres que no garantizan ni seguridad, ni accesibilidad universal, ni
movilidad urbana ni mejoras sustanciales a nivel social o urbano. El día sábado
5 de diciembre a las 11 am saldremos a la calle a manifestarnos pacíficamente y
demostrar que no todos preferimos olvidar tomando el narcótico efímero del
consumo.
Tenemos una cita y aquí
es oportuno recordar a Georges Bernanos cuando dice bien: “Hacen falta muchos subversivos
para construir un pueblo”. ¡Es por todos!
Fotografías cortesía
@nocorredor
*Marcos
Betanzos (Ciudad de México, 1983) es arquitecto, fotógrafo y
articulista independiente. Becario FONCA 2012-213 por su proyecto
#BORDOS100 y miembro del Consejo Editorial de la Revista
No hay comentarios:
Publicar un comentario