Como parte de la serie de artículos que hemos presentado sobre la exposición Roma Condesa, 111 años de historia en el Museo MODO, ahora toca el turno a los estilos arquitectónicos de estas legendarias colonias. El Estilo Art Déco, imbuido en el ambiente de los Roaring Twenties o los “felices veinte”, la década de la prosperidad económica y de la innovación que siguió al fin de la Primera Guerra Mundial, esta corriente arquitectónica se originó a partir de la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas, realizada entre abril y octubre de 1925 en la ciudad de París.
En ella se exhibieron las tendencias de avanzada en el panorama del diseño, inspiradas en vanguardias como el constructivismo ruso, el futurismo y la Escuela de la Bauhaus, que sentaron las bases para el desarrollo del Art Déco. Los edificios de este estilo destacan por el uso de formas geométricas como círculos, triángulos, rectángulos y líneas quebradas o en zigzag, lo mismo en fachadas e interiores que en detalles como lámparas y anuncios, además de incorporar cornucopias y rayos solares como símbolos de bonanza.
Como en el Art Nouveau, en el Déco también predominan las composiciones naturales, aunque éste rechaza los trazos libres y ondulados de aquél y privilegia los patrones simétricos. El interés originado por las excavaciones en Mesopotamia estimuló el uso de las volumetrías a manera de zigurat que caracterizan a múltiples inmuebles de la época. Posteriormente se popularizó el Streamline Moderne, variante del Déco que empleaba una ornamentación más sencilla y líneas aerodinámicas.
El Art Déco se extendió por toda la ciudad de México. Entre los ejemplos más sobresalientes se pueden mencionar el orfanatorio de la Fundación Mier y Pesado ubicado en la Calzada de Guadalupe; el Edificio Ermita, el Cuartel Central de Bomberos –hoy sede del Museo de Arte Popular-, el Frontón México, la Lotería Nacional, la Secretaría de Salud y el interior del Palacio de Bellas Artes.
La colonia Hipódromo concentra la mayor cantidad de construcciones Art Déco, incluyendo obras muy significativas como los edificios Basurto, Tehuacán, San Martín, Casas Jardines y Roxy, el Foro Lindbergh, el Mercado Michoacán y el reloj del Parque México. En la Roma también se pueden apreciar diversas muestras de esta corriente, como el Edificio Anáhuac o el conjunto de inmuebles situados en la avenida Insurgentes entre Aguascalientes y Tlacotalpan.
Movimiento Moderno. El desarrollo de la arquitectura moderna significó un cambio de paradigma en la forma habitual de diseñar espacios habitables. Esta tendencia se basa en la idea de que “la forma sigue a la función”, formulada por Louis Sullivan, y su auge tuvo lugar a partir de la década de los treinta; entre los creadores más importantes se cuentan el francés Le Corbusier, el estadounidense Frank Lloyd Wright, los alemanes Mies van der Rohe y Walter Gropius y el brasileño Oscar Niemeyer.
En los edificios de este estilo predominan las líneas y ángulos rectos, las fachadas acristaladas o “cortinas de vidrio”, la escasez o ausencia de ornamentación y la flexibilidad de los espacios internos, que pueden prolongarse hacia el exterior a través de elementos voladizos. Varios de estos principios se encuentran entre los “cinco puntos de una arquitectura nueva”, propuestos por Le Corbusier en 1925. El Movimiento Moderno dejó un amplio legado en la Ciudad de México, desde las casas unifamiliares y dúplex de Luis Barragán hasta los ambiciosos complejos de vivienda creados por Mario Pani, como el Multifamiliar Miguel Alemán, la Unidad Santa Fe y la Unidad Tlatelolco, además de edificios de oficinas, escuelas y hospitales diseñados por José Villagrán, Enrique del Moral, Augusto H. Álvarez, Enrique Yáñez o Vladimir Kaspé.
En nuestro país surgió la llamada “integración plástica”, que planteaba la colaboración de artistas visuales en los proyectos arquitectónicos y que dio origen a numerosos trabajos de muralistas como Siqueiros, Rivera, Chávez Morado o Carlos Mérida. La obra cumbre es la Ciudad Universitaria de la UNAM, inaugurada en 1954.
Uno de los conjuntos más interesantes fue el Multifamiliar Juárez, planeado por Pani y Salvador Ortega en los límites de la colonia Roma y destruido en su mayor parte debido a los sismos de 1985. El Conjunto Aristos, en la Hipódromo, también resalta por su trazo sencillo pero armonioso en el aprovechamiento de los espacios.
Estilo Neocolonial y colonial californiano. La búsqueda de un estilo arquitectónico que representara la identidad nacional tuvo sus antecedentes en los últimos años del siglo XIX, cuando se desarrollaron dos estilos historicistas: por un lado estaba el indigenista o neoprehispánico, cuya influencia era el pasado anterior a la Conquista, y por el otro se encontraba el neocolonial, que reproducía las características de las construcciones virreinales. Entre las primeras obras de esta vertiente estuvieron el edificio anexo al Colegio de San Ildefonso y el Anfiteatro Bolívar, proyectos de Samuel Chávez iniciados en 1906.
Años después, el final de la Revolución trajo una ideología de unidad y reivindicación nacionalista que sería impulsada en buena parte por el primer Secretario de Educación Pública, José Vasconcelos. Ya en 1920 se había concluido la casa de Reforma 245, realizada por G.M. Del Collado y F.E. Aramburu, una de las primeras realizadas en estilo neocolonial; para 1922 el Edificio Gaona de Ángel Torres Torija seguiría esta tendencia, ahora en un conjunto de departamentos, y en 1926 el Palacio Nacional sería el primer inmueble público en adoptarla con la ampliación dirigida por Augusto Petriccioli.
Estilo Neocolonial y colonial californiano. La búsqueda de un estilo arquitectónico que representara la identidad nacional tuvo sus antecedentes en los últimos años del siglo XIX, cuando se desarrollaron dos estilos historicistas: por un lado estaba el indigenista o neoprehispánico, cuya influencia era el pasado anterior a la Conquista, y por el otro se encontraba el neocolonial, que reproducía las características de las construcciones virreinales. Entre las primeras obras de esta vertiente estuvieron el edificio anexo al Colegio de San Ildefonso y el Anfiteatro Bolívar, proyectos de Samuel Chávez iniciados en 1906.
Años después, el final de la Revolución trajo una ideología de unidad y reivindicación nacionalista que sería impulsada en buena parte por el primer Secretario de Educación Pública, José Vasconcelos. Ya en 1920 se había concluido la casa de Reforma 245, realizada por G.M. Del Collado y F.E. Aramburu, una de las primeras realizadas en estilo neocolonial; para 1922 el Edificio Gaona de Ángel Torres Torija seguiría esta tendencia, ahora en un conjunto de departamentos, y en 1926 el Palacio Nacional sería el primer inmueble público en adoptarla con la ampliación dirigida por Augusto Petriccioli.
En la colonia Roma se encuentran ejemplos como la casa de Manzanillo 207 esquina con Coahuila, la de Plaza Luis Cabrera 9, o la de Durango 175 y Monterrey. La residencia de Fernando Montes de Oca y Zamora, en la Condesa, es otra muestra notable de este tipo de construcciones.
Con la década de los treinta llegaría a la capital el llamado Spanish Colonial Revival o colonial californiano, corriente que tomó fuerza en el sur de los Estados Unidos a partir de la Panama-California Exposition, efectuada en San Diego entre 1915 y 1917. Estaba inspirada en la arquitectura de las misiones franciscanas y fue popularizada en ciudades como Santa Bárbara y Pasadena por Bertram Goodhue y Carleton Winslow.
Se caracteriza por los detalles de cantera labrada y de hierro forjado en puertas y ventanas; éstas suelen ser dobles o triples, divididas por columnas salomónicas. Usualmente la estructura está rematada por tejados de dos o de cuatro aguas. Otras lucen adornos de azulejo, vitrales alargados en el cubo de la escalera y torreones cilíndricos, igualmente cubiertos de tejas. Estos rasgos prevalecen en las viviendas de colonias como Polanco, Del Valle, Industrial o Condesa.
Fotografía: cortesía Museo MODO
Museo Modo
Con la década de los treinta llegaría a la capital el llamado Spanish Colonial Revival o colonial californiano, corriente que tomó fuerza en el sur de los Estados Unidos a partir de la Panama-California Exposition, efectuada en San Diego entre 1915 y 1917. Estaba inspirada en la arquitectura de las misiones franciscanas y fue popularizada en ciudades como Santa Bárbara y Pasadena por Bertram Goodhue y Carleton Winslow.
Se caracteriza por los detalles de cantera labrada y de hierro forjado en puertas y ventanas; éstas suelen ser dobles o triples, divididas por columnas salomónicas. Usualmente la estructura está rematada por tejados de dos o de cuatro aguas. Otras lucen adornos de azulejo, vitrales alargados en el cubo de la escalera y torreones cilíndricos, igualmente cubiertos de tejas. Estos rasgos prevalecen en las viviendas de colonias como Polanco, Del Valle, Industrial o Condesa.
Fotografía: cortesía Museo MODO
Museo Modo
Colima 145, La Roma
Ciudad de México
Ciudad de México
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