La Visual de... Realidad inalterable

Un entusiasmo distintivo de la juventud invadió la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, Colombia, donde se realizó el pasado 26, 27 y 28 de septiembre el III Congreso Iberoamericano de Jóvenes Comprometidos con las Ciudades


Por Marcos Betanzos* @MBetanzos
En el evento, una muy nutrida delegación mexicana –quizá la más numerosa-, mostró una diversidad de temas y casos de estudio a nivel urbano; sin embargo, al menos en las mesas de trabajo donde tuve la oportunidad de presentarme, el debate se abrió sobre la pertinencia de los temas presentados y la eficacia del proceso de investigación-implementación sobre los tópicos o desafíos más apremiantes para las ciudades mexicanas y latinoamericanas.






¿La razón? El cisma invencible entre el conocimiento que se genera en una investigación y lo que ocurre a nivel de calle cuando se intenta implementar en la realidad tales propuestas; entre la producción/modificación de normas o leyes y la manera en cómo se vive dentro de las ciudades; entre el ideal de planificar para mejorar la calidad de vida de los habitantes (¿?) y la ineficiencia para lograr ese fin. Así, casi ningún tema dejó pasar la oportunidad de esbozar estrategias para mejorar el transporte público, para hacer más verde una ciudad, para modificar su estructura urbana o para copiar superficialmente modelos exitosos de otros contextos que no terminan por analizarse desde el aspecto social, económico o político, igualando las formas pero no el fondo.




En contraste con el ánimo de jóvenes estudiantes de maestrías o doctorados, expertos (muchos de ellos funcionarios) que participaron dando conferencias magistrales dejaron ver que hay puntos profundos que atender y enlistaron cinco ejes prioritarios de acción como desafíos para las ciudades latinoamericanas, en el siguiente orden jerárquico: 1.reducir la desigualdad, 2.incrementar la productividad, 3.abatir la informalidad laboral, 4.incrementar la capacidad de recaudación fiscal y finalmente 5.incrementar la inversión en infraestructura.




De todos, el primer tema llama mi atención porque como se sabe, México es el segundo país más desigual de los integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), sólo superado por Chile, y porque en México, tal como se ha mencionado antes, existe una selectividad en la planificación urbana que es un síntoma visible de la cultura discriminatoria. Ricardo Raphael reflexiona sobre ello diciendo que, “los principios asimétricos juegan a la hora de definir dónde se construye una estación de metro, una parada de autobús, las zonas comerciales, dónde se entrega una licencia de construcción y cómo se puede modificar el uso de suelo. En la zona bárbara la autoridad se mete poco: ahí el desorden urbano es obra de la oferta y la demanda, pero de clientelas económicas. El rostro urbano de la ciudad mexicana tiene como sola regla la subasta de los actos de autoridad a favor del mejor postor; este es el principio de la planeación que sí hay en México aunque no ofrezca los mejores resultados y se aparte tanto de la ética como de la estética que serían deseables”.




¿Tienen conexión esos cinco puntos mencionados como problema latinoamericano con el retrato que realiza Raphael de nuestro país? Absolutamente. Y sí entonces, eso pasa, ¿por qué nuestros estudiantes de maestría y doctorado siguen estructurando estrategias desde una postura mesiánica o por decir lo menos, alejada de la realidad? La explicación -se mencionó en otro debate- puede radicar en que vemos (profesionistas, estudiantes, funcionarios y gobernantes) a la ciudad no como un núcleo de crecimiento económico, no como un instrumento de redistribución e inclusión, no como una mega-estructura multifunción, no como un macro-bien público y menos como un sistema abierto y gradual, sino como un territorio polarizado donde se encuentra la civilización y la barbarie: los buenos y los malos, los vaqueros contra los apaches o también donde el crecimiento de unos justifica la desigualdad del sistema social que impacta a la mayoría; donde se confronta la expansión con la densidad; donde no se diferencia a los habitantes de los ciudadanos, los ecosistemas de los servicios ambientales y las renta de las externalidades.




Es necesario un giro en esta visión ambivalente, afirmó Luis Mauricio Cuervo González, Oficial de Asuntos Económicos de ILPES, Cepal. Y para él, ese cambio puede generarse desde las políticas públicas que merecen redirigirse para lograr una tendencia deseada donde no sólo se aborde la ciudad como escenario para el “diseño urbano desde el papel, sino donde se ataque la debilidad institucional, la fragilidad de la acción pública, se incremente la participación ciudadana, donde el proceso de urbanización se vincule al de igualdad social y al beneficio medio ambiental. Ya vimos que el camino recorrido sólo nos ha llevado a una cosa que no puede presumirse: lograr que Latinoamérica sea el campeón de la desigualdad en el mundo”.




La pregunta apareció cortando todo el ánimo festivo de este congreso de jóvenes: ¿Y si ahora sabemos que el rumbo es ese, dónde están los actores que pueden tomar las decisiones para gestar ese giro? Una última reflexión nos llevó a discutir en otra mesa que, quizá son esas ausencias las que garantizan que las buenas intenciones se perpetúen a la par de los objetivos que nunca llegarán a concretarse. Los problemas y los conflictos seguirán incrementándose, cambiarán de rostro y aquellos que toman decisiones sólo cambiarán de discurso o de puesto. Mientras tanto nuevos jóvenes optimistas seguirán idealizando cómo revertir una realidad a la que nunca se conectarán o a la que nunca podrán alterar ni siquiera desde el papel. Por fortuna lo que nos envejece no es la ciudad sino la realidad inalterable. Hacen falta en esos eventos más funcionarios que expliquen cómo y desde cuántas perspectivas más se hace ciudad, si bien se corre el riesgo de quitarle la frescura a un evento de jóvenes, esto sería una posibilidad real de poner los pies en la tierra desde la academia y comenzar a ejercer un pragmatismo más acorde a la velocidad con la que se toman decisiones, las afortunadas que son muy pocas y la gran mayoría: las discrecionales, las voluntariosas y las obtusas.
 


Fotografía Cortesía FOROPOLIS México


*Marcos Betanzos (Ciudad de México, 1983) es arquitecto, fotógrafo y articulista independiente. Becario FONCA 2012-213 por su proyecto #BORDOS100 y miembro del Consejo Editorial de la Revista Domus México, América Central y el Caribe.

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