La Visual de... La otra encuesta sobre el corredor Chapultepec

La exposición pública del proyecto para el Corredor Cultural Chapultepec ha suscitado un debate atípico donde hasta el día de hoy sigue ganando la demagogia y el poder seductor de la imagen, aspectos en los cuales se amparan sus promotores, quienes insisten en mencionar que la legalidad es uno de sus principales sustentos


Fotografía cortesía de Gerardo Esquivel
Por Marcos Betanzos @MBetanzos
Lo cierto es que con cada presentación realizada las inconsistencias salen a la luz, la propuesta se confirma endeble y recaen todos los argumentos de diseño en la viabilidad financiera, que es, al parecer la que dicta cómo y con qué características debe resolverse esta intervención para ser sobre todo un buen negocio. Hacerlo sentaría un precedente importante. ¿Sería ésta la muestra de cómo puede privatizarse el espacio público de la ciudad con este modelo a seguir?



Por lo anterior, la crítica adquiere relevancia al cuestionar las reglas del juego con las que se materializará una imposición que nació entre particulares y se disfraza como beneficio común. Las observaciones planteadas –en su gran mayoría- se han dirigido hacia el proceso de origen (convocatoria- selección de propuestas) y las cualidades (del proyecto y su programa) con las que se ha determinado transformar esta zona, vale la pena responder si merece la ciudad esa calidad de propuesta, que es por decir lo menos bastante precaria.


Cortesía Consultorio urbano (Alberto Odériz y David Ortega)


La discusión llegó a destiempo pero llegó, incuestionable es que se percibe como un mero paliativo ante la opacidad, discrecionalidad, servilismo (o los instrumentos legales) que dan forma a esta iniciativa, mismos que no son para nada incluyentes ni democráticos, mucho menos objetivos y es justo este último factor lo que genera suspicacia porque parece que “los dados están cargados” pese a todo esfuerzo ciudadano. El proyecto “va porque va”. Siendo así, para qué simular tanto, por ejemplo con un consejo ciudadano conformado a posteriori, caracterizado por su inconsistencia, en la cual unos dejan su papel de consejeros y otros llegan para emitir opinión o aplausos a granel; para qué hacer un ejercicio de consulta pública que es tendencioso, para qué recurrir al impacto mediático que busca convencer en vez de concientizar, para qué discutir si alguien ya decidió que un proyecto así paga deudas políticas y garantiza favores personales.


Cortesía Consultorio urbano (Alberto Odériz y David Ortega)

Simón Levy ha dado la cara y lo ha hecho bien, como todo un profesional, pero detrás del paso astuto la estela de opacidad no se desvanece, todo lo contrario. Lo mismo pasa con Fernando Romero, quien encapsulado en su oficina se protege del debate, confundiendo la autocomplacencia de sus caprichos en obras privadas con el rigor necesario para ejecutar una obra de impacto público. Se han equivocado de ruta en el método porque creyeron que esto sería más fácil de concretar pero no se ha debilitado en nada su objetivo, la razón principal es que ante las seductoras imágenes que han esparcido poco juicio se ha presentado para resistirse al poder de la seducción. Todos quieren algo nuevo aunque eso nuevo no los contemple en diez, veinte, treinta o cuarenta años, esto parece ser un proyecto diseñado a la medida de los fashionistas que se asumen como Forever Young. Un proyecto que toma de referencia el High Line de Nueva York pero solo en la superficie porque en el fondo es institucional, social y urbanísticamente todo lo contrario.


¿Qué sucedería si la famosa encuesta tan sesgada que se aplica hoy y que acusó Gerardo Esquivel formulara otro tipo de preguntas? Por ejemplo, las siguientes a título personal (1-6) y otras más que plantea la arquitecta Jimena Torre:


1. ¿Está dispuesto a que un particular haga negocio con un bien público por cuarenta años?

2. ¿Considera que las escalinatas, elevadores y puentes peatonales que se proponen representen un modelo de accesibilidad universal e inclusión social?

3. ¿Considera irrelevante que un proyecto de esta magnitud no sea previamente consultado de forma pública e incluyente ante todos los habitantes de la ciudad?

4. ¿Está de acuerdo en que sólo puedan emitir su opinión sobre el proyecto los habitantes de la zona?

5. ¿Considera que existen las condiciones de transparencia para determinar la necesidad y selección del proyecto para realizar esta obra?

6. ¿Cree que existen zonas de la ciudad más susceptibles y prioritarias que merecen ser intervenidas?

7. ¿Cree que la única manera de renovar Chapultepec sea ponerle un segundo piso peatonal para que los peatones suban y circulen por allí, separándolos de los autos?

8. ¿Prefiere una calle con un puente de un kilómetro de largo; o prefiere  una calle que conecte a nivel de piso el Bosque de Chapultepec con Balderas?

9. ¿Cree que la única manera de hacer que una vía peatonal sea segura es ponerle policías y controlar sus accesos en ciertos horarios?

10. ¿Cree que está bien que las autoridades determinen cómo puede usar la calle y las vías peatonales y diseñar las actividades que te permiten disfrutar en ella?



* Marcos Betanzos (Ciudad de México, 1983) es arquitecto, fotógrafo y articulista independiente. Becario FONCA 2012-213 por su proyecto #BORDOS100 y miembro del Consejo Editorial de la Revista Domus México, América Central y el Caribe.

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