La (otra) realidad fotográfica

Por: Marcos Betanzos* @MBetanzos

Una recomendación clarísima: para disfrutar de la arquitectura hay que viajar con la imaginación, hay que volar con la fantasía.
Alejandro de la Sota. (1913-1996)

Jeff Wall. Overpass. (2001)
I

Caeremos más de una vez y con insistencia involuntaria en la creencia aquella que indica que capturar la realidad es posible a través de aleatorios procesos. Nos invade el apego por conservar esas atmosferas físicas pero sobre todo mentales que son sencillamente imposibles de reproducir con veracidad. Buscamos apropiarnos del mundo y construir relaciones perennes entre ese panorama externo que observamos y nosotros mismos en relación a un ideal que vivimos, habitamos o sencillamente nos sorprende. Tener una cámara fotográfica en nuestras manos y observar a través de ella nos provoca esa ilusión, deseamos multiplicar exponencialmente nuestra experiencia y hacerla colectiva.

Tomás Sanchéz, “Al sur del Calvario.”(1994)

En el campo de las posibilidades y no de las limitantes, se encuentra ese placer de saber que lo que vemos no es más que representación y reinterpretación, también empatía: buscamos reconocernos a través de la piedra, el mobiliario, los ruidos, los personajes que invaden el espacio y sus gestos. Ahí abstraídos estamos, no sólo siendo testigos del paso del tiempo sino de nuestra experiencia que exhibe lo que nos interesa observar y por qué no, lo que queremos ocultar de nosotros mismos.

Juan Navarro Baldeweg. Instalación (1976).

Jaime Labastida lo engloba así: El espejo son los demás…Yo me veo en ellos; y sin embargo, yo no soy mi imagen…


Jeff Wall, Morning Cleaning, (1999)

II

Si nos instalamos en el campo de lo específico es menester mencionar que por lo anterior, orientar la mirada hacia los objetos (arquitectónicos) exige toda habilidad desarrollada para observar a través de quien proyecta y liberarse de la tentación de imponer cómo debe vivirse el espacio o peor aún caer en el prejuicio y la suposición que ocasiona la ignorancia del lenguaje y sus intenciones. Debemos comprender que el “ojo” moderno y su constante desplazamiento (peatonal, rodado o aéreo) busca reconstruir con fragmentos aislados o intensificar la experiencia de documentar la memoria (particular y colectiva), la relevancia histórica de un bien edificado, el proceso de gestación o su evolución en el tiempo, haciendo evidente la forma en que se interactúa con su contexto en sus múltiples dimensiones.

Julius Shulman, Case Study House #22 en la obra de Pierre Koenig.

Iñaki Ábalos señaló bien que la arquitectura y nuestro tiempo es demasiado real, demasiado brutal para admitir la sofisticada inocencia fenomenológica. Estoy de acuerdo con su sentencia y señalo la posibilidad de argumentar que arquitecto y fotógrafo tienen la oportunidad irresistible de incidir en la realidad concebida a voluntad o sin ella.


Julius Shulman, Case Study House #22, (playboy),
1960 Los Angeles, CA- Pierre Koenig

III

José Morales en su texto, “Lo figural, la mirada” nos dice que es quizá a la Modernidad a la que le debemos el haber instaurado la cultura del ojo (y de la imagen)… Y cuando uno piensa en esto es imposible dejar de lado lo protagónico que resulta la fotografía en la arquitectura y sus inminentes influencias de otras artes como la pintura por medio de David Hockney en “A bigger splash” (1967) o el límite de la experiencia aproximada a la que nos lleva el pintor mexicano Tomás Sánchez.


David Hockney, “A bigger splash” (1967)

Pero si debemos mencionar a alguien que fusionó imaginación, técnica, rigor, y subjetividad con sutileza fue sin duda Julius Shulman (1910-2009), el más influyente personaje del compendio arquitectónico generado en el siglo XX, él retrató la obra de Le Corbusier, Mies van der Rohe, Frank Lloyd Wright, Richard J. Neutra, Frank Gehry así como de Ricardo Legorreta y Abraham Zabludovsky, por citar algunos. Él logró materializar el principio de Alejandro de la Sota que indica que la arquitectura es aire que respiramos, pero un aire cargado de olores, de sabiduría, un aire transformado por eso mismo, por la arquitectura.


Julius Shulman, Chuey House, 1958 Los Angeles,
CA. Richard Neutra

Bastará reflexionar sobre su trabajo para valorar cómo alcanzó la posibilidad de construir escenas aparentemente cotidianas posicionando en un segundo plano la arquitectura misma y diluyendo los límites entre lo natural y lo artificial de una realidad que bien supo enriquecer pero además expandir. A él le debemos en cierta medida la posibilidad de abandonar el sitio del observador para tomar sin fronteras la posición de productor de escenarios. Sí, en lo físico pero también en lo mental.

Planificador y productor de escenarios
 
*Marcos Betanzos, es arquitecto, fotógrafo y escritor independiente.

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