Un proyecto que articula arquitectura regional y estrategias pasivas en torno a un patio central que optimiza clima, visuales y circulación.
Ubicada al noreste de Mérida, Yucatán, se desarrolla sobre un terreno de 1,287.80 m² en una zona conurbada de la ciudad. El proyecto responde a una solicitud muy clara por parte de la familia: privilegiar el área social, rodearse de vegetación densa y celebrar la arquitectura con carácter yucateco. Estas premisas guían una propuesta que aprovecha la longitud del terreno para integrar visuales constantes hacia patios y jardines.
El esquema en “L” organiza los espacios al separar el bloque privado y de servicios del área social, que se abre hacia la terraza y el patio. Esta configuración permite una dinámica versátil que se adapta a las necesidades de convivencia y celebración. Dos volúmenes de gran altura protegen de la radiación poniente y se orientan hacia los vientos predominantes, incorporando estrategias pasivas de confort térmico.
El corazón del proyecto es el patio central, punto articulador desde donde convergen las visuales y circulaciones, enmarcado por jardines que actúan como filtros de privacidad. Ventanales estratégicamente dispuestos refuerzan la conexión entre interior y exterior, manteniendo siempre presente el paisaje.
En cuanto a su construcción, se emplearon sistemas y materiales tradicionales de la región: cimentación de mampostería, muros de block y losas de vigueta y bovedilla, con acabados en piedra chapa y chukum. Más allá de sus cualidades térmicas, estos elementos refuerzan la identidad local y brindan a la arquitectura un lenguaje de pertenencia y autenticidad.
Fotografía: Tamara Uribe
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