Un refugio alineado a su contexto, que destaca por su color y materialidad.
Esta vivienda
unifamiliar está ubicada en el barrio de Santiago del Centro Histórico de
Mérida, en un solar de proporciones estrechas, cuya principal preexistencia es
un árbol de Ramón, que se conservó.
El reto consistió en
proporcionar a sus habitantes un refugio que contiene todo el programa
arquitectónico en un nivel para aprovechar la extensión del predio, por lo que
se planteó una organización lineal, enlazando los espacios a través de una
circulación acentuada por una losa de concreto, que inicia en el acceso
peatonal y que termina hasta el muro colindante en el fondo del terreno.
El clima de la región
permite utilizar las áreas exteriores durante todo el año, por lo que es
posible contar con circulaciones abiertas a la intemperie. La piscina funciona
tanto como canal de nado, como elemento contemplativo que refresca la
circulación exterior de las habitaciones.
La casa se alinea al
edificio contiguo más antiguo y en altura al más bajo, respetando las características
formales de la cuadra a la que pertenece, dando continuidad al paramento
inmediato, no obstante, el diseño de la fachada se diferencia de sus
colindantes en materialidad y color.
Los usuarios son una
familia de tres integrantes vinculados a las artes plásticas, por lo que se
utilizaron acabados en tonos neutros a base de cemento para destacar la
colección de piezas de arte expuestas en la casa.
Fotografía: Sergio
Ríos
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