La capilla se integra armoniosamente en
un entorno boscoso, respetando y destacando los árboles que la rodean.
Inspirada en la sencillez de San Francisco de Asís, el diseño busca establecer
un diálogo entre arquitectura y medio ambiente, permitiendo que la naturaleza
sea la protagonista del espacio.
El edificio se emplaza estratégicamente
entre dos núcleos principales de árboles. Dos muros paralelos de concreto
pigmentado definen el espacio central, sosteniendo un techo inclinado que
permite la entrada natural de luz. Los paneles corredizos de cristal acanalado
conectan el interior con los atrios exteriores, creando un espacio fluido que
puede albergar a 80 personas dentro y hasta 400 en el exterior.
La materialidad y los detalles del diseño
evocan la historia del lugar. El concreto enduelado en tonos tierra, incorpora
texturas de madera reutilizada de la antigua capilla, ofreciendo un vínculo
tangible con el pasado. La luz natural, filtrada a través del follaje,
transforma el espacio en un refugio sereno que invita a la introspección y la
espiritualidad.
Con un enfoque en la sostenibilidad, la
capilla aprovecha el microclima generado por los árboles y la ventilación
cruzada para mantener un ambiente fresco y confortable sin recurrir a sistemas
de climatización artificial. Además, su construcción eficiente minimizó el uso
de materiales y redujo su impacto en el entorno, preservando las raíces y el
crecimiento natural de la vegetación.
Más allá de ser un espacio de culto, la
Capilla UDEM Unidad Valle Alto es un símbolo de integración, respeto y
trascendencia. Es un recordatorio de cómo la arquitectura puede ser un puente
entre el ser humano, la naturaleza y lo divino, promoviendo la reflexión, la
paz y el bienestar colectivo.
Fotografía: Paloma Echeverría
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