En esta ocasión nuestro acostumbrado peregrinaje a la bienal de arquitectura sufrió la disrupción que el mundo entero vivió, la pandemia aplazó la apertura de la muestra un año y permitió profundizar en el casi profético tema escogido por su curador Hasim Sarkis.
En los jardines de la bienal dos son los acontecimientos
claves. En primera instancia está el “Pabellón Italia” o “Pabellón Internacional” donde el curador invita y convoca a un grupo de equipos a
participar siguiendo su directriz. La intención por supuesto no era dar
respuesta a tan compleja pregunta si no buscar acercamientos que permitieran
entender el momento crucial que vivimos y sobre todo dar cuenta de la
fragilidad del sistema ecológico/económico/político/social que nos compone como
humanidad. La línea curatorial buscó, desde un inicio, desarticular la pregunta
en sus componentes y en el pabellón central encontramos acercamientos a cada
una de las variables identificadas.
Sin duda es el primer pabellón que se debe explorar, es el
espacio que pone el tono sobre la línea curatorial y refleja su interpretación
colectiva. En este pabellón, que daría para una exploración de toda una jornada
debe de quedar clara la hipótesis que el curador pone ante el colectivo, y en
este caso las exploraciones eran contundentes. La situación es alarmante y
aunque involucra al mundo construido la realidad es que tiene un filón más
complejo, es un tema de recursos. El acercamiento de los diferentes actores en
este espacio deja claro con su exposición que la gran responsabilidad de los
arquitectos gira en torno al uso y distribución de los recursos disponibles y
pone el dedo en la llaga, tenemos el tiempo contado.
Explorar los pabellones nacionales es un ejercicio muy
interesante, además de volver a recorrer espacios emblemáticos (algunos de
ellos piezas maestras de extraordinarios arquitectos) y al explorarlos
descubrir lo propuesto por cada equipo curatorial. Como siempre sucede algunos
países se ciñen a la propuesta del curador buscando aproximarse a lo planeado
desde su perspectiva, otros en cambio recorren otro camino dejando a un lado lo
puesto sobre la mesa meses antes por el liderazgo de la muestra.
Con ideas más o menos acertadas, es el conjunto de todas las propuestas lo que le da más valor a la visita. La pluralidad de lo expuesto es sin duda el mayor éxito de este ejercicio.
Destacaron por su acercamiento al tema discutido los
pabellones español, danés y francés. Nos parecieron provocadoras las ideas
húngaras y el pabellón de los países nórdicos. Quedamos tristemente
desilusionados por la propuesta alemana y norteamericana.
Algunos ejercicios, como lo planteado en el pabellón Venecia, de la mano de Michelle de Luchi, hacen acercamientos formales y otros,
como el interesantísimo pabellón austriaco, son aproximaciones que indagan en
la cultura, las ciencias sociales y los aspectos económicos del vivir juntos.
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