La historia de este gran almacén de Paris comienza con la idea de una pareja, que se conoció trabajando en el famoso Le Bon Marché, para abrir una tienda de novedades en 1870. Louise Jay y Ernst Cognacq se instalaron en un espacio de 48 m2 localizado en la trastienda del Café de la Samaritaine en la esquina formada por las calles Pont-Neuf y de la Monnaie.
Sin duda el trabajo de esta visionaria pareja y su
experiencia en la forma de operar una gran tienda los llevó a un crecimiento
muy importante. Comenzando por la compra del edificio donde se localizaba su
primer pequeño local y luego se fueron transformando en un emporio que
construyó su primer edificio en 1905 bajo la dirección del arquitecto Frantz
Jourdain.
La fortuna no dejó de tocar a la puerta de La Samaritaine y
se hizo famosa, además de la variedad de sus productos por las ofertas del día que
fueron del agrado del público parisino. En el periodo posterior a la segunda
guerra mundial y los años 70 la dirección del gran almacén sufrió con la muerte
de los fundadores y las malas decisiones del sobrino heredero, que sumados a un
publico que comenzó a cambiar drásticamente llevaron a este gran almacén a un
estado de abandono en todos los aspectos.
Se intentaron hacer renovaciones entre mediados y finales de
los años 80 y en 1991 recibe el nombramiento de la UNESCO como Patrimonio Mundial
del conjunto de la orilla del Paris. El grupo francés LVMH (Louis Vuitton, Moet,
Hennessy), que previamente había adquirido Le Bon Marché, compró el conjunto en
2001 y lo renovó para llegar a los estándares de seguridad modernos entre 2001
y 2005. Pero no fue hasta el 2011, con la presentación del proyecto realizado
por la firma japonesa de arquitectura SAANA, dirigida por los ganadores del
Pritzker Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa, que el grupo recibió los permisos para
un gran proyecto de renovación.
La renovación de La Samaritaine se suma a una serie de
cambios motivados por el gobierno de la ciudad para renovar la zona por
completo y disminuir el flujo vehicular al mínimo. Por la famosa avenida Rivoli,
sobre la que se encuentra la moderna fachada diseñada por SANAA, actualmente se disfruta exclusivamente del
paso de los ciclistas y motociclistas, acompañados esporádicamente por algunos
vehículos del transporte público.
Una maravillosa tarde de verano fue el acompañamiento ideal
para recorrer el complejo por fuera y entender los edificios y sus conexiones,
para posteriormente entrar y disfrutar de los interiores realizados por Eugène
Grasser, Edouard Schenck, François Gillet y Alexandre Bigot. Es un hecho que ya
no se preocupan por las ofertas del día, sino por la perfecta selección de productos
de lujo que han dado fama y reconocimiento mundial a las firmas del grupo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario