De Portada: La Bienal de Venecia, ¿cómo hemos de vivir juntos? un recorrido por los jardines de la Bienal


En esta ocasión nuestro acostumbrado peregrinaje a la bienal de arquitectura sufrió la disrupción que el mundo entero vivió, la pandemia aplazó la apertura de la muestra un año y permitió profundizar en el casi profético tema escogido por su curador Hasim Sarkis.

Por: Eugenia González @eugeniagg y Lorenzo Díaz @lorenzodiaz

Un año después de lo programado acudimos a la imperdible cita y con paciencia nos sumergimos en las diversas reflexiones que cada equipo curatorial, de cada país, propone a los visitantes.

En los jardines de la bienal dos son los acontecimientos claves. En primera instancia está el “Pabellón Italia” o “Pabellón Internacional” donde el curador invita y convoca a un grupo de equipos a participar siguiendo su directriz. La intención por supuesto no era dar respuesta a tan compleja pregunta si no buscar acercamientos que permitieran entender el momento crucial que vivimos y sobre todo dar cuenta de la fragilidad del sistema ecológico/económico/político/social que nos compone como humanidad. La línea curatorial buscó, desde un inicio, desarticular la pregunta en sus componentes y en el pabellón central encontramos acercamientos a cada una de las variables identificadas.

Sin duda es el primer pabellón que se debe explorar, es el espacio que pone el tono sobre la línea curatorial y refleja su interpretación colectiva. En este pabellón, que daría para una exploración de toda una jornada debe de quedar clara la hipótesis que el curador pone ante el colectivo, y en este caso las exploraciones eran contundentes. La situación es alarmante y aunque involucra al mundo construido la realidad es que tiene un filón más complejo, es un tema de recursos. El acercamiento de los diferentes actores en este espacio deja claro con su exposición que la gran responsabilidad de los arquitectos gira en torno al uso y distribución de los recursos disponibles y pone el dedo en la llaga, tenemos el tiempo contado.




Explorar los pabellones nacionales es un ejercicio muy interesante, además de volver a recorrer espacios emblemáticos (algunos de ellos piezas maestras de extraordinarios arquitectos) y al explorarlos descubrir lo propuesto por cada equipo curatorial. Como siempre sucede algunos países se ciñen a la propuesta del curador buscando aproximarse a lo planeado desde su perspectiva, otros en cambio recorren otro camino dejando a un lado lo puesto sobre la mesa meses antes por el liderazgo de la muestra.


Con ideas más o menos acertadas, es el conjunto de todas las propuestas lo que le da más valor a la visita. La pluralidad de lo expuesto es sin duda el mayor éxito de este ejercicio.



Destacaron por su acercamiento al tema discutido los pabellones español, danés y francés. Nos parecieron provocadoras las ideas húngaras y el pabellón de los países nórdicos. Quedamos tristemente desilusionados por la propuesta alemana y norteamericana.

Algunos ejercicios, como lo planteado en el pabellón Venecia, de la mano de Michelle de Luchi, hacen acercamientos formales y otros, como el interesantísimo pabellón austriaco, son aproximaciones que indagan en la cultura, las ciencias sociales y los aspectos económicos del vivir juntos.

















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