En la Montaña de Guerrero

En 2013, los huracanes Manuel e Ingrid arrasaron con mil 612 viviendas y 3 mil 589 resultaron afectadas con fisuras o hundimientos


Por: Isadora Hastings y Gerson Huerta
Las intensas lluvias y deslaves provocados por los huracanes Manuel e Ingrid el 15 y 16 de septiembre del año pasado en el Estado de Guerrero, al sur de México, afectaron a más de 230 mil personas. El fenómeno dejó graves daños en las vías de comunicación, viviendas, cultivos y se registraron muchas pérdidas de animales de granja.

Estos daños se vivieron en la Costa pero también en la Montaña de Guerrero, una región situada en el noreste del Estado y conformada por diecinueve municipios. La Montaña de Guerrero concentra el 85% de la población indígena (Me´phaa, Nusavi y Nahuas) del Estado y está considerada como la de mayor marginalidad del país. Durante dichos fenómenos, 40 mil personas fueron afectadas en 13 municipios. Se registraron 3 mil 589 casas con fisuras o hundimientos; mil 315 viviendas arrastradas por deslaves de cerros y 297 arrastradas por ríos.
Seis fueron los municipios más afectados en esta zona y en los cuales se tardó más tiempo en llegar la respuesta de las autoridades: Acatepec, Malinaltepec, Tlacoapa,  Iliatenco, Copanatoyac y Metlatónoc - Cochoapa. En estos municipios, la situación de deslaves es muy grave, se calcula que hay daños en viviendas y parcelas en más de 80 comunidades.

La Secretaria de Gobernación publicó una declaración de emergencia y desastre en el Municipio de Malinaltepec, el municipio más destruido de la Montaña, en donde hay 6 campamentos con damnificados.

La ubicación geográfica de la mayor parte de las comunidades se encuentra en las cimas y laderas de las montañas, lo cual sugiere ya un asentamiento riesgoso, que se hace mucho más evidente en la época de lluvias, esto debido principalmente a la conformación de los suelos pero también a la deforestación.

Dadas las condiciones de destrucción de los caminos, los emplazamientos de las comunidades y las viviendas, Cooperación Comunitaria se vio en la necesidad de contactar al Instituto de Geofísica de la UNAM, con el objetivo de conocer las condiciones del subsuelo. De este modo se obtuvo un diagnóstico general del municipio de Malinaltepec el cual determinó que los deslizamientos se han presentado en suelos arcillosos ricos en hierro y suelos arenosos, los cuales al saturarse de agua han entrado en desequilibrio con la roca que los sustenta. Sin embargo, es necesario hacer un análisis detallado de suelos en cada comunidad, ya que la formación de rocas determinará las condiciones específicas para la construcción en cada lugar.

Cabe aquí mencionar que por parte del gobierno federal, el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) realizó visitas de inspección a algunas comunidades unas semanas después del desastre. Sin embargo, a finales de Febrero (más de cinco meses después) la Secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) informó que serán los Ayuntamientos los responsables de hacer dichos estudios. Situación que mantiene hasta la fecha en la incertidumbre total a los habitantes de las zonas de riesgo.

El municipio de Malinaltepec corresponde a la Zona “D” (alta actividad sísmica) en la regionalización sísmica de la República Mexicana y presenta vientos máximos con una velocidad de 120 km/h, condiciones que someten constantemente a las construcciones a eventos naturales adversos.

En entrevista los habitantes de la zona, encontramos que otro riesgo importante que causa frecuentemente pérdidas materiales y humanas es la caída de rayos.

Dada la situación de emergencia y tras la petición de la comunidad El Obispo, Malinaltepec hecha a Cooperación Comunitaria para reconstruir sus comunidades, la organización realizó un recorrido con el fin de diagnosticar el estado de las viviendas.
 
En la comunidad El Obispo, compuesta por 92 familias indígenas Me´phaa (Tlapanecos) y ubicada en el municipio de Malinaltepec, se registró la pérdida parcial de 26 viviendas y destrucción total de 11 viviendas; la pérdida de las milpas que constituyen para la comunidad la principal fuente de autoconsumo así como los cafetales, árboles frutales y platanares que comercializaban. En la escuela primaria y en el preescolar, se diagnosticaron daños en los techos.

Esta comunidad como muchas otras estuvieron incomunicadas durante dos meses a causa de una gran cantidad de derrumbes que obstruyeron el camino que comunica a ésta con la cabecera municipal, hasta que los pobladores se organizaron para retirar la tierra con picos y palas. 
En la mayor parte de las comunidades de la Montaña, el material predominante para construir viviendas es el adobe, con techumbres cuya estructura es de madera y sostiene cubiertas de lámina a dos aguas, en su mayoría de metal pero también las hay de cartón. En muy pocos casos subsiste la teja. Sus dimensiones son de 5m x 10m, con una división al centro que conforma dos espacios de 5m x 5m.

De acuerdo con el análisis realizado por Cooperación Comunitaria, las viviendas sufrieron diversas afectaciones, pero se encontró que muchas de éstas son deficientes desde su construcción. La pérdida de conocimiento de la técnica constructiva en adobe generó problemas que fueron acrecentados por los fenómenos meteorológicos, sin ser las únicas causas de los problemas descritos en las viviendas.

En particular, el proyecto de reconstrucción de vivienda parte de un estudio geológico que garantice la estabilidad del suelo donde se construyan o existan casas o cultivos.
Proponemos que las viviendas se sigan construyendo con las técnicas, los materiales y dimensiones que tienen actualmente. Para que sea la misma población quien autoconstruya, sean sus formas de vida las que determinen el uso de los espacios y el principal material (tierra) sea del lugar, tratando de evitar materiales “modernos” que son costosos y agresivos con el medio. Cabe aquí mencionar que se están estudiando opciones para proveer de aislamiento a los techos de lámina (existentes o nuevos), mediante materiales orgánicos como el paja-adobe.
La situación de las personas de las comunidades de la Montaña de Guerrero sigue siendo crítica a más de seis meses de los fenómenos meteorológicos que provocaron una momentánea atención  de la sociedad.
La ayuda gubernamental ha sido tardada y deficiente, lo que hace que esta situación se sume a los ya atrasados problemas que han estado sin atender.
 Además la poca ayuda que se manda para este rubro, a decir bloques de concreto y láminas, sirven para realizar una reconstrucción fuera de contexto, que no consideran los factores de riesgos, ambientales y culturales de esas comunidades.
Existen pocas organizaciones, profesionistas y personas en general interesados en este tema. Esta apatía hará más difícil que los habitantes de la Montaña recuperen en un corto o mediano plazo su hábitat.

Por otro lado, algunos de los interesados, han aprovechado la oportunidad para promover sus materiales y técnicas, llevados por intereses económicos. Otros llevan sus ideas, utilizando a las comunidades para experimentar con proyectos de vivienda, que no consideran todos los riesgos potenciales como deslaves, sismos, vientos y rayos, ni se preocupan por el aislamiento térmico necesario en esos climas extremos, y en la mayoría de las veces se convierten en recursos tirados a la basura por falta de conocimiento de la forma de vida de esas personas, en este caso los Me´phaa, Nusavi y Nahuas.

Cooperación comunitaria México A.C. Marzo/2004

Fotografías: cortesía Isadora Hastings y Gerson Huerta




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