“Una casa
es como un amigo. Tú buscas un amigo que se parezca un poco a ti” Oscar
Hageman
A finales
del año pasado, tuve la fortuna de conversar y conocer en la Facultad de
Arquitectura de la UNAM al arquitecto Oscar Hagerman, un encuentro largamente
esperado por mí que llegó a través de un golpe de suerte. La tarde que lo conocí, recibí de él la
invitación para asistir a la presentación de un largometraje llamado El patio de mi casa, la cinta –motivo de
orgullo para él, por haber sido dirigida por su hijo Carlos- se proyectaría en
el Auditorio Carlos Lazo de la FA-UNAM. Nos volvimos a encontrar al día siguiente
en medio de un foro que no contaba con más de cincuenta personas. Pensando que
la gran mayoría de los estudiantes de arquitectura siempre están en el sitio
equivocado o que sólo muy pocos mantienen un interés genuino en las actividades
propias de nuestra disciplina, me esclareció el panorama, un gesto del
arquitecto: saludar de mano a todos los estudiantes reunidos, ir a su
encuentro, conversar con ellos, empezar por el final: agradecerles su presencia.