El cartón se acopia a través de la comunidad, cooperan vecinos y algunos cafés del vecindario de la Colonia Roma
Por: Estivaly calva Tapia @estivalycalva
Juan Miguel Gutiérrez, a quien le gusta que lo llamen “Chimi” hizo un viaje de México a la Patagonia, Argentina, con su esposa hace casi seis años. Se fueron en una camioneta y utilizaban aceite de cocina como combustible, lo transformaban en biodiesel. Su surtidor de gasolina eran los restaurantes.
Juan Miguel Gutiérrez, a quien le gusta que lo llamen “Chimi” hizo un viaje de México a la Patagonia, Argentina, con su esposa hace casi seis años. Se fueron en una camioneta y utilizaban aceite de cocina como combustible, lo transformaban en biodiesel. Su surtidor de gasolina eran los restaurantes.
En ese recorrido por toda
Latinoamérica ─que duró 13 meses─ visitaron 40 proyectos ecológicos. Fue ahí
donde surgió la pasión de Chimi por el reciclaje.
Al regreso de esta aventura, él siguió dedicándose a la producción de fotografía y a otras cosas que hacía “un poco perdido”, confiesa. Después tomó la decisión de dejar la producción fotográfica para ejercer realmente su profesión de diseñador industrial. “Ese fue mi mayor acierto”, expresó.
En diciembre de 2011
empezó a operar con su despacho Hierba Mala donde reúne sus dos pasiones: el
reciclaje y el diseño.
Tiempo atrás diseñó una
lámpara llamada Etla, la pantalla está hecha de tetrapak reciclado, el cual acopia
a través de ciudadanos de la comunidad,
vecinos y algunos cafés del vecindario de la Colonia Roma, en la Ciudad de
México.
“Hice un diseño
verdaderamente congruente de principio a fin. Me tardé casi dos años para pasar
del modelo a la producción porque quería que el producto final no tuviera ningún
pero”.
El rediseño es de una lámpara de Ed Chew y está basado en el sistema constructivo de Heinz Strobl. Las piezas están montadas en origami, un arte de origen japonés que consiste en doblar papel ─sin usar tijeras ni tampoco una gota de pegamento─ para obtener diversas figuras. “Lo que utilizo es la parte interior del tetrapak, cuyo color original es aluminio, y ya no es necesario pintar nada”.
El rediseño es de una lámpara de Ed Chew y está basado en el sistema constructivo de Heinz Strobl. Las piezas están montadas en origami, un arte de origen japonés que consiste en doblar papel ─sin usar tijeras ni tampoco una gota de pegamento─ para obtener diversas figuras. “Lo que utilizo es la parte interior del tetrapak, cuyo color original es aluminio, y ya no es necesario pintar nada”.
Para una pantalla chica,
Chimi recicla 45 kilos de tetrapak. “Algo muy interesante es el armado porque
he capacitado a mujeres del reclusorio de Tepepan para tejer la malla”.
La pantalla interior también es reciclada, y la base de cantera está hecha por artesanos mexicanos, así como las piezas de acero inoxidable que son producidas por talleres de la Colonia Doctores.
La pantalla interior también es reciclada, y la base de cantera está hecha por artesanos mexicanos, así como las piezas de acero inoxidable que son producidas por talleres de la Colonia Doctores.
Lo que más le apasiona
de su trabajo es estar en el taller y hacer nuevos proyectos, “la venta no es
lo mío, pero hay que enfocarse en ello también. Lo que deseo es que la
comercialización sea más rápida para que pueda pasar más tiempo haciendo lo que
me gusta”.
El creativo nos compartió que uno de los errores que ha cometido es tratar de hacer todo él mismo, pero ya ha aprendido a delegar muchas cosas.
El creativo nos compartió que uno de los errores que ha cometido es tratar de hacer todo él mismo, pero ya ha aprendido a delegar muchas cosas.
Chimi estuvo 15 años
fuera del diseño en México porque se dedicaba a otras actividades. Pero, al
volver, le dio gusto ver que hay mucha gente talentosa que está consolidando
sus propias marcas. “Lo que falta es valorar más todo este trabajo y promover
la adquisición de productos nacionales”, concluyó.
Fotografías: cortesía de
Hierba Mala
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