A veces, las formas necesitan más que ser una declaración estética; deben resonar con las leyes de la física, tal como los científicos del CERN intentan desvelar las estructuras fundamentales que sostienen nuestro mundo. De manera similar, en arquitectura, las estructuras más eficientes son aquellas que trabajan en armonía con las fuerzas naturales que las rodean.
El CERN (Centre Européen de Recherche Nucléaire),
ubicado en Ginebra, en la frontera entre Suiza y Francia, no es sólo el hogar
del colisionador de partículas más grande del mundo, sino también un espacio
donde los científicos buscan entender las estructuras fundamentales del
universo. Entre sus estudios más fascinantes está la teoría de
la Lattice (red), que modela el espacio-tiempo como una malla discreta,
ayudando a descomponer la complejidad del cosmos en nodos y conexiones. Aunque
esto puede parecer remoto, curiosamente guarda paralelismos con el mundo de la
arquitectura y la ingeniería estructural. Al igual que los físicos en el CERN
intentan descubrir las fuerzas invisibles que sostienen la materia, personajes
como Félix Candela y Heinz Isler emplearon principios estructurales
fundamentales para construir formas que, aunque aparentemente simples,
representan una optimización asombrosa de materiales y cargas.
Hace un mes, para finalizar el verano, realicé un
viaje con mi familia por Suiza. Esta ruta nos llevó por las principales
ciudades del país y los imponentes Alpes suizos. Uno de los momentos más
memorables fue la subida al Glaciar de Zinal y las vistas al Matterhorn desde
Zermatt, dos joyas alpinas en las que la grandeza de la naturaleza se impone
sobre cualquier esfuerzo humano. El pretexto y objetivo final de este viaje era
mi participación en el coloquio sobre estructuras laminares de concreto armado
y la obra de Félix Candela, que se llevó a cabo en el marco de la exposición
"Fonction, forme et élégance des coques en béton", presentada en el
Pavillon Sicli, obra de Heinz Isler en Ginebra.
La exposición era un acontecimiento muy esperado por
expertos y aficionados “cascaroneros”. Aunque gran parte del legado
arquitectónico de Candela es bien conocido en el ámbito internacional, el
Pavillon Sicli, un espacio diseñado por Isler, resultó ser el lugar ideal para
poner en valor el trabajo de Candela en Suiza. La muestra ofreció una
perspectiva renovada y detallada de su obra, gracias a un minucioso trabajo de
investigación y restauración liderado por el Dr. Juan Ignacio del Cueto
Ruiz-Funes y el equipo de la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Uno de los
aspectos más notables fue la decisión de rehacer las maquetas para la
exposición. Este proceso permitió presentar modelos actualizados que destacan
la precisión geométrica y la belleza técnica de las estructuras laminares. Este
esfuerzo, acompañado de fotografías, dibujos y planos de cada proyecto, ofreció
una visión fresca y rigurosa de las más de veinte obras emblemáticas diseñadas
por Candela que se presentaron en Ginebra.
Otro aspecto destacado de la exposición fue la
colaboración con Cemex, la empresa mexicana que participó activamente en el
evento. El equipo suizo de Cemex desarrolló un prototipo de cascarón como
homenaje a la obra de Candela. Además, Cemex organizó una comitiva de
destacados arquitectos e ingenieros mexicanos, quienes asistieron tanto a la
inauguración como al coloquio. La embajadora de México en Suiza también estuvo
presente, subrayando el impacto cultural y diplomático del evento. La
inauguración superó las expectativas, recibiendo a casi 500 asistentes del
sector de la cultura arquitectónica suiza, lo que subraya la relevancia y
vigencia de la obra de Candela en el panorama contemporáneo.
El coloquio se estructuró en tres bloques temáticos.
Comenzó con el bloque “The Legacy of Félix Candela”, que incluyó una profunda
reflexión de Juan Ignacio del Cueto sobre la figura de Candela. Eduardo Lima
abordó el impacto de Candela en la arquitectura industrial de México; Leonardo
Figueroa exploró las estaciones proyectadas para el Metro de la Ciudad de
México; y Andrés López compartió los esfuerzos de restauración de una de las
obras más emblemáticas de Candela, el Restaurante Los Manantiales en
Xochimilco. En el segundo bloque, “The Production of an Exhibition”, moderado
por Marisela Mendoza, se discutieron los aspectos detrás de la organización de
la exposición.
Las presentaciones de Valeria Méndez y Marcos Ontiveros sobre la
enseñanza lúdica de la filosofía estructural de Candela destacaron cómo los
principios del arquitecto se transmiten a través de medios pedagógicos
innovadores. Además, Moisés Escárcega y Daniel Romero presentaron un
interesante registro del proceso de impresión 3D utilizado para producir las
maquetas de la exposición. Uno de los momentos más destacados del tercer
bloque, “The International Impact of Candela”, fue la intervención de Giulia
Boller de ETH-Zurich, quien conectó la obra de Candela con la de Heinz Isler,
resaltando el diálogo entre ambas figuras en el Pavillon Sicli. En mi
intervención, hablé de una investigación en curso sobre una obra muy particular
en Bilbao y de cómo las cáscaras de concreto de Candela fueron adoptadas por
los arquitectos de Guadalajara. El coloquio fue una oportunidad para volver a conectar
con colegas de otras instituciones, consolidando y ampliando el grupo
“cascaronero”.
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