En esencia, construir una tensión entre el oleaje de piedras y las líneas ortogonales de lo construido, y otra entre los límites interiores y el horizonte de los paisajes.
El proyecto define el punto de equilibrio donde el
mar se asoma, el viento fluye y la roca existente en el corazón del proyecto se
desliza bajo la casa-pórtico para desaparecer los límites entre el terreno
natural y las intervenciones humanas.
Casa Piedra se ubica en Brisas
Marqués, fraccionamiento residencial en una de las penínsulas que circundan la
tradicional Bahía de Acapulco en el estado de Guerrero. La característica
esencial de este conjunto es que se ubica en un yacimiento de rocas de granito
de gran antigüedad que definen el tipo de suelo de la bahía. En un terreno de
1000 metros cuadrados, situado a 100 metros sobre el nivel del mar y 300 metros
del límite marino, el predio casi regular y repleto de restricciones presentaba
un par de retos importantes por resolver.
Un objetivo importante fue preservar
en la medida de lo posible el espíritu rocoso encontrado, un inmenso mar de
piedras, particularmente dos enormes piezas de más de dos metros de diámetro en
el centro del terreno. El segundo, diluir la escala de la casa en la topografía
con más de 17 metros de diferencia de nivel desde el punto más bajo.
Una intervención que fuera
capaz de cambiar de escala, de resolver un esquema sencillo donde la ¨plaza¨ se
desdobla del terreno pétreo y una sencilla crujía de un pórtico, aloja en su
nivel más alto las cuatro habitaciones del programa íntimo para casi asentarse
sobre la piedra central, y después encajarse en la topografía. La complejidad
de la casa no se encuentra en el sencillo sistema regular, sino en los
encuentros con la naturaleza de las piedras, los árboles y las curvas de nivel
existente. La búsqueda por crear unas áreas sociales completamente abiertas con
sólo algunos elementos cerrados como la cocina principal y el cuarto de televisión,
pero siempre viendo y honrando las rocas.
Reducir la arquitectura al
mínimo para encontrar en los encuadres y los horizontes infinitos de la alberca,
el mar y la selva la construcción espacial de los espacios. Una casa que no
tiene frente o tras, sino que se abre a varios paisajes con igual jerarquía;
encontrando en los distintos niveles la oportunidad de albergar las áreas de
servicios, cisternas, bodegas y un pequeño departamento independiente; creando
terrazas y espacios de descanso con distintas oportunidades de vista y
asoleamiento en estrecho diálogo con lo natural, las rocas, los árboles y el
paisaje. La escalera es un eje que transita por todos los niveles, desde el
estacionamiento hasta el piso de habitaciones, en línea recta, a veces
contenida entre muros y otras en tensión con la roca y los espacios.
El uso de un sólo material,
concreto con color, producto de la mezcla de cemento y arena local con
distintas estrategias en sus acabados finales para volverse casi madera en
muros de acabado aparente enduelado y pisos lavados y antiderrapantes, de bajo
reflejo lumínico, pero también de baja absorción térmica para poder caminar sin
zapatos. Se reutilizó la madera de la cimbra para hacer lambrines y estructuras
ligeras, así como la piedra producto de las mismas excavaciones para definir
terrazas y contenciones. Sistemas inteligentes de paneles solares para la
alberca y fotovoltáicos para la energía eléctrica, así como sistemas de
tratamiento de agua vuelven a la casa prácticamente autónoma de la
infraestructura local.
Fotografía: Rafael Gamo
No hay comentarios:
Publicar un comentario