La ola de
reconocimientos a la arquitectura joven mexicana ha llegado en días recientes desde
la ciudad de Nueva York, primero con el premio a Escobedo Solíz Studio, quien
resultó ganador de la edición 17 del Programa de Jóvenes Arquitectos del Museo
de Arte Moderno (MoMA) y posteriormente con el reconocimiento como Emerging Voices
de la Architectural League of New York a los despachos S-AR (Cesar Guerrero, Ana Cecilia Garza, Carlos Flores, Maria Sevilla) y
Rozana Montiel.
Vale
la pena al aplaudir ambos galardones y reconocer el trabajo de estas oficinas,
detenerse a contemplar el andamiaje detrás del reconocimiento obtenido para no
pensar que tales galardones se dan a la arquitectura mexicana y la plataforma
desde la cual se produce. Es oportuno tomar distancia porque en el riesgo de
generalizar pueden ocultarse muchos de los asuntos pendientes por resolver, algunos
en franco proceso de madurez y otros más casi imperceptibles a la práctica
cotidiana. Visto así, hay que decir que nuestra arquitectura no ha ganado en
este caso nada, lo ha hecho el peso específico de cada una de las oficinas
laureadas y su práctica profesional.
Lo sabemos bien, se ha dicho
hasta el hartazgo: nuestro gremio y nuestra arquitectura no tiene entre sus
cualidades y agenda, promover la equidad entre profesionales, democratizar las
oportunidades gremiales o intentar reducir las distancias entre los consagrados
y los emergentes. El mérito de ese reconocimiento que les llega a estas
oficinas desde Nueva York es también la consumación de un reproche validado más
allá de nuestras fronteras por la figura del concurso, el cual sigue dando argumentos
contundentes para considerarse como un instrumento benéfico a toda prueba.
Para el despacho Escobedo Solíz Studio el premio obtenido representa un gran cúmulo de oportunidades y desafíos.
Un premio dado desde el MoMa no es cosa menor, de ahí que el reto más grande
sea dotar de valores específicos el reciclaje de una idea ya probada –con
errores y aciertos- cinco años atrás por sus integrantes dentro del equipo de
Estudio MMX en el pabellón del Museo del Eco. La potencia de una idea que un
lustro después fue escogida por un jurado validado dará perspectiva a su
propuesta y el recorrido que sigue por camino seguro o por aquel que exige la
reinvención de una fórmula ya establecida.
Para las voces emergentes que se
suman a la lista donde han figurado firmas como Estudio Macías Peredo, Tatiana Bilbao,
Taller de Arquitectura Mauricio Rocha+Gabriela Carrillo, PRODUCTORA o
Atelier Arsº, entre otros, no queda más que extenderles un amplio
reconocimiento porque la postulación es en sí misma un concurso abierto. Se
trata de dos prácticas completamente distintas, de dos sistemas de hacer y
entender la arquitectura que pueden parecer diametralmente opuestos. En la
balanza se encuentra el rigor, el impacto mediático, la inercia y la
resistencia, la renuncia a la pretensión o el poder hacer con vocación lo que no
se puede hacer por osmosis.
¡Aplauso a
estas tres firmas y su trabajo!
Dos ultimas Fotografías: cortesía de S-AR
Stación Arquitectura.
*Marcos Betanzos (Ciudad de México, 1983) es arquitecto, fotógrafo y articulista independiente. Becario FONCA 2012-213 por su proyecto #BORDOS100 y miembro del Consejo Editorial de la Revista Domus México, América Central y el Caribe
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