podio: Pabellón del Museo Tamayo

Cuando la cimbra es curada por Tatiana Bilbao

Por: Arturo Emilio Escobar @AEmilioEscobar

Hace nueve años cuando Tatiana Bilbao fundó su propia firma tenía algo muy claro: “analizar las crisis sociales y urbanas, así como los rígidos códigos de comunicación telemática”. Desde entonces, el objetivo de Tatiana Bilbao, S.C. ha sido “la regeneración de los espacios en reacción al desgaste del capitalismo global”, cimbrando el camino para el desarrollo cultural, social y económico.

Con proyectos como el Pabellón del Museo Tamayo, Tatiana parece subrayar esa necesidad que vislumbró en 2004: “conectar al ser humano con su entorno”, cualquier que éste sea, pero sembrando en él un valioso recorrido de adentro hacia afuera, de lo eterno y sensorial hasta lo externo y material, la comunión de nuestros mundos.

Al ser invitada por el comité directivo de Design Week México para construir su primera intervención en una obra ícono de Teodoro Gonzalez de León y Abraham Zabludovsky: el magnífico Museo Tamayo de Arte Contemporáneo, Tatiana Bilbao diseñó una pieza estructurada con arquitectura, arte, espacio, secuencia, serenidad, transición, dinámica, perspectiva y paisaje, una honesta cimbra tradicional de madera que fue curada, entendida, apreciada y hasta dignificada para convertirse en un afortunado Pabellón.

La arquitecta, creadora del Jardín Botánico de Culiacán, Sinaloa (2005-2015) en este ejercicio logra una conexión física y espiritual con una obra representativa del Siglo 20 (edificada de 1979 a 1981). Masividad, referencia prehispánica y volúmenes ciegos que por primera vez son conectados hacia la apertura, ligereza y mesura de un pabellón efímero que alcanza un extremo del primer piso del Museo. La fuerza que alimenta ambas dimensiones es el Bosque de Chapultepec.

“Con esta intervención buscamos un diálogo entre museo y bosque; entre materialidades naturales y sus lenguajes propios. No quisimos llegar a unir ambos mundos, pero sí generar que la experiencia del espacio permita observar y respirar el uno desde el otro. Buscamos la oposición, y al mismo tiempo el encuentro entre la masividad del Museo Tamayo y la ligereza de la intervención”.

“Quisimos poner en valor la fachada posterior del museo y sus taludes, apenas reconocidos en la memoria del visitante. De esta forma el ventanal original del museo, cerca del patio de esculturas, se abre y el espacio se prolonga dando inicio a la experiencia espacial del visitante (recorrido, encuentro y contemplación dinámica)”.Así, la fortaleza de paralepípedos escalonados se puede conquistar, entender, ver desde lo alto y redescubrir con plataformas, miradores, celosías, balcones, ejes visuales y el sentido de nuestra naturaleza. El respiro del bosque… la mejor compañía.