La Visual de...La visión del reciclaje

El barrio de San Francisquito es uno de los más tradicionales y antiguos en la ciudad de Querétaro, desde ahí, desde el corazón de un sitio donde el ambiente artístico y la energía por transformar parece ser lo que flota en el aire, aparece un sitio ideal para contraponer nuevos escenarios y romper los paradigmas de la tradición que todo lo detiene

Por Marcos Betanzos 
El equipo de dérive Lab, integrado por Ximena Ocampo Aguilar, Jesús Ocampo Aguilar y Francisco Paillie Pérez, ha decidido consumar un proyecto colectivo que se ha incubado por mucho tiempo en un edificio abandonado, casi imperceptible pero que vigila desde la parte más alta del barrio la vida de toda una ciudad; un observatorio del suceso ideal para este joven equipo multidisciplinario enfocado en temas de espacio público, movilidad activa y vivienda, que han tenido como campo de acción el mundo editorial, la investigación, los talleres, los viajes, la participación ciudadana y los manuales urbanos (ver el Primer Manual de Calles Compartidas) con un objetivo claro: contribuir a la construcción de mejores lugares para la gente a través de la generación de conocimiento. 

Ahora, actuando en otra plataforma, su visión se ha expandido y ha alcanzado otro canal que se alinea a su objetivo principal: se encuentran en pleno proceso de transformar la ruina para potenciarla y colmar su vacío con diversas actividades y manifiestos sociales y urbanos. A todo ello le han denominado BEMA, lo cual hoy en día es un espacio en proceso de consumación para el intercambio de ideas, experiencias y conocimiento sobre arte, arquitectura y ciudad.




La visión del equipo es renovar las condiciones con las cuales una antigua construcción multifuncional (que albergó un salón de eventos sociales, canchas para squash, cafeterías y sus servicios) puede convertirse en una incubadora de ideas, un edificio colectivo y flexible con un programa amplio, capaz de generar intercambios de información entre agentes creativos. El esfuerzo no ha estado exento de resistencias naturales: desde las condiciones de normatividad hasta las más cercanas por parte de los residentes de la zona. Con todo, la iniciativa busca incluir todas las visiones para catalizar desde el abandono un motor para el cambio.




En su manifiesto sobre BEMA indican que, “todo puede ocurrir aquí: esto es una plataforma para ser visto y desde donde mirar; para construir puentes, disipar la tensión, actuar en lo local, impactar en lo global. Estamos aquí para aprender de los otros y con los otros, para crear, charlas, tomar café y bailar acompañados, para reunirnos en torno a quienes producen la cultura: artesanos, artistas, y hacedores de ciudad, visitantes y vecinos –no importa cómo llegaron aquí o de qué lejos vinieron-. Éste es nuestro espacio, y por nuestro, quiere decir suyo. Una comunidad de comunidades, Un espacio acogedor. Un experimento”. 




Parece un movimiento común para una generación pero no lo es, este retrato de colectividad y de iniciativas individuales que suman a lo colectivo son movimientos escasos, esperemos que este que ya comienza a germinar consume sus metas donde una galería de arte, un coworking, una residencia artística, un espacio cultural o más atmósferas posibles convivan hablando de ciudad desde diversos frentes, con múltiples voces. Una bocanada de aire fresco para una ciudad como Querétaro en plena efervescencia urbana. La visión del reciclaje que este equipo tiene es ambiciosa, no es irreal en todo caso es verdaderamente visionaria. Hay que sumarse.









Fotografías cortesía de Marcos Betanzos 

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