Restaurante Mezzanotte, deleite italiano en un jardín encantado






Por: Arturo Emilio Escobar  @masterarki
SI Duemila Arquitectos crea un concepto de interiorismo que privilegia la armonía con tintes de suma expresividad. Su diseño fluye con naturalidad y arropa una sensación franca y amigable como su forma de trabajar.
Las arquitectas Marcela Ibáñez y Carla Salazar, al frente del despacho SI Duemila Arquitectos, son emprendedoras y conservan esa motivación (de la etapa universitaria) por descubrir nuevas soluciones de diseño, por eso trabajan con gran compromiso y se mantienen al día para encontrar nuevos materiales y conceptos de interiorismo que fluyan con sus proyectos.

Pero esa riqueza y amplia variedad de recursos no existía tiempo atrás. “Hace 10 años nos sucedía a menudo que cuando teníamos una idea para un espacio la teníamos que inventar, ninguna marca lo comercializaba, entonces lo diseñábamos y fabricábamos ‘a la mexicana’, es decir con un equipo que echaba mano de su ingenio para resolver cada detalle o pieza con la mejor calidad”, recuerda Carla Salazar.

En su reciente proyecto para crear el nuevo Restaurante Mezzanotte, por ejemplo, Marcela y Carla querían instalar lo último de lo último en materiales. “Fue un gran reto, nos dimos a la tarea de analizar cada material que podía integrarse a un concepto sofisticado, energético y natural, a la expresión renovada que el cliente necesitaba. Además, el espacio visualmente se integra con las copas de los árboles del entorno, todo un privilegio en la Ciudad”, explica Marcela Ibáñez.


A continuación, las arquitectas nos hablan sobre el diseño del restaurante Mezzanotte (ubicado en Masaryk 513, Polanco) y nos muestran la forma en que hacen equipo para afrontar los retos de hacer arquitectura e interiorismo.

¿Cómo surgió su acercamiento con el interiorismo?
Marcela Ibáñez: Nosotras tenemos 14 años trabajando juntas en lo que ahora se le llama interiorismo, pero antes que interioristas somos arquitectas. En todo ese tiempo hemos visto pasar modas, tendencias, colores y demás, pero lo valioso es aprender sobre lo que realmente ha sido el desarrollo del interiorismo, cómo se relaciona con México y el mundo, ver la evolución en los productos que han salido al mercado, los cuales se han ido fusionando con el trabajo del arquitecto.

¿Cómo empezaron a esbozar el concepto Mezzanotte?
Carla Salazar: Los lineamientos del cliente fueron precisos, pero agradecemos que nos hayan dado amplitud de proyecto, les pedimos que nos dejaran proponer y accedieron, nos dieron un lienzo en blanco para trabajar creativamente. Lo que ya estaba definido era el porcentaje del área de la cocina, del salón de comensales de fumar y no fumar, también existía la necesidad de un bar.

Marcela Ibáñez: Ya conocíamos a los dueños de Mezzanotte, porque hace más de 10 años remodelamos su restaurante de Loreto, pero ahora el reto fue mayor porque nos pidieron una arquitectura completamente diferente a lo que hicimos aquella vez, y es más, querían un concepto que se distinguiera de los restaurantes que hay en la zona de Masaryk.


Con detalles dramáticos que son revitalizantes pero no estridentes, se vive un ambiente de armonía, de refinamiento natural ¿Cómo lograron esto?
Marcela Ibáñez: Nos esforzamos bastante, incluso hicimos cambios directamente en obra, pero al final encontramos la paleta de color, las texturas, el mobiliario y los elementos necesarios.

Sobre el plafón, por ejemplo, instalamos paneles de aluminio que crean sutiles brillos iridiscentes, los cuales acompañan a los fantásticos candiles de cristal, (importados de Holanda) que son los más refinados anfitriones del espacio. Los cabezales de los booths tienen paneles de yeso (de Estados Unidos) que aportan movimiento visual y contrastan con las maderas y textiles.


Es notoria la buena comunicación y amistad entre ambas.
Marcela Ibáñez: Independientemente de que nos conocemos desde niñas, Carla y yo estudiamos arquitectura (en la Universidad Anáhuac) y siempre tuvimos una complicidad en los materiales que nos gustaban y en la expresión del espacio. Es como telepatía, porque entre las dos vamos definiendo cada elemento y el resultado final conjuga nuestro trabajo.

Carla Salazar: Tenemos oficinas en México y Miami, y en este proyecto en particular yo estaba terminando unos departamentos allá, y Marcela tenía obra en la Ciudad de México. Por separado empezamos a desarrollar las primeras ideas, y luego, cuando intercambiamos correos vimos que los conceptos de ambas eran semejantes, nadie lo cree, pero también coincidimos a distancia.


El ejercicio profesional es agotador, el interiorismo, la arquitectura, su vida en familia y el tiempo para ustedes, ¿cómo hacen tantas cosas?
Marcela Ibáñez: Es el amor a la profesión, porque empezamos de muy jóvenes trabajando en despachos de arquitectura, adquirimos experiencia en otra firma, pero llegó un momento en que quisimos independizarnos y lanzarnos a la aventura.

Carla Salazar: Nos conocemos muy bien, sabemos nuestras fallas pero nos complementamos para superar cualquier problema. Además, hemos logrado afianzar un gran equipo de trabajo, fuerte y sólido.  Ahora que tengo obra en Miami, sí te puedo decir con toda seguridad que no hay nada como el trabajador mexicano, y es muy gratificante ver que la gente con la que empezamos sigue en SI Duemila Arquitectos, porque todos vamos creciendo.


LAS SILLAS
Las arquitectas eligieron dos modelos de sillas para diferenciar las áreas de fumar y no fumar. Ambos modelos fueron importados de España. Su solución claramente enmarca los dos grandes salones de comensales que tiene el Mezzanotte, y aporta gran dinamismo al ambiente.

EL PARAÍSO TIENE ÁRBOLES
Como el restaurante está en un primer piso (a la altura de las copas de los árboles del entorno) las arquitectas quisieron llevar la naturaleza al interior, pero sin causar problemas de mantenimiento.

En Habitat Expo encontraron una compañía que hace montajes con escenografía para eventos, con la que trabajaron para plasmar su romántica idea. Los árboles lucen como obras de arte, y en algunos casos las ramas abrazan las trabes del edificio.









 
Arquitectas Marcela Ibánez y Carla Salazar

Fotografías: Mauricio López 



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