La basura electoral


Por: Marcos Betanzos* @MBetanzos
 
“El engaño es tan grande que no hay manera de entrar en la casa sin acabar topándose con él. Es un engaño caro, además, y puede que ahí empiece la falsedad”. Xavier Velasco

Por fin hemos dejado de ver rostros inexpresivos en letreros y anuncios colocados con descaro: millones de palabras que mantenían secuestrada toda ciudad y su imagen. Promesas y confrontaciones; un mundo sin sentido para el ciudadano, pero una oportunidad pasajera de visibilidad y dominio para el político. Casi un paraíso para aquellos que hacen del vacío el argumento y de la imagen una burla.


Por fin se ha ido ese despliegue de ornamento que contiene símbolos y signos de un lenguaje popular y reconocible que no cualquiera puede evitar. Por meses el país se infestó y quien disfruta observar el horizonte padeció esa pesadilla de no poder mirar más allá de esa presencia vulgar que podría clasificarse como el escenario porno de la contaminación visual.

 
¿Es posible que en un corto periodo de tiempo vivamos un proceso electoral que no represente una invasión tan insultante? Probablemente no. Pero imaginemos -al fin no cuesta nada- que nuestro nivel de exigencia se incrementa y que por ende, más que defender una causa política o un partido, defendemos en primer término la integridad visual de nuestra ciudad. Desde esa utópica idea, sí es posible.

Necesitamos -estoy convencido de ello-, más información pero menos señalización porque lo que integra la basura electoral es simple y sencillamente un cúmulo de retratos retocados y una serie de palabras que nadie sabe con certeza qué sentido tienen.

Sin importar su escala, el gran problema de estas estrategias de comunicación -absurdas y obsoletas- es que configuran fragmento a fragmento una continua escenografía que al final representan números aún más deprimentes. Sólo eso.



Tomemos como ejemplo los producidos en la Ciudad de México. De acuerdo a la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial del DF (PAOT), se produjeron más de 200 toneladas de residuos en el reciente proceso electoral: 95% del total colocado en sitios no permitidos para tales usos y un 50% fabricados con materiales no reciclables. La cifra a nivel nacional que nos da Mónica Alegre, bióloga y subprocuradora de la dependencia es la siguiente: 2,500 toneladas producidas. Por fortuna lo virtual no se contabiliza, aunque también intoxica.

Está claro: el espacio invadido que se pretende democrático pesa, estorba y contamina. A veces, para bien o para mal adquiere una función y con ello, la sentencia de seguir viendo por tiempo indefinido esos rostros añejos y esas palabras caducas se vuelve realidad. La pregunta sale a flote ¿vemos lo que hay o podemos ver otra cosa, de otra manera?

Aquí una serie del trabajo fotográfico documentado en el DF, Estado de México, Guadalajara, Acapulco, Oaxtepec, Chilpancingo; entre otras ciudades.















Fotografía: Marcos Betanzos

*Marcos Betanzos, es arquitecto, fotógrafo y escritor independiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario