Por:
Eugenia González y Lorenzo Díaz
Quisimos darnos todo el tiempo para reconocer y volver a recorrer este asombroso proyecto. A casi 25 años de su creación, este majestuoso proyecto del Maestro I.M. Pei , comisionado al ser ganador de un muy polémico concurso realizado por el entonces presidente de Francia Francois Mitterrand, demuestra su validez y contemporaneidad.
Se trata por supuesto de la famosa pirámide, pero sobre todo de una enorme extensión de áreas públicas y multiuso bajo tierra que cambiaron la operación de tal vez el más famoso e importante museo del mundo: El Louvre.
Hay en ese espacio bajo tierra Auditorios, aulas de una escuela, un centro comercial, enormes estacionamientos y todo un sistema de distribución para el ingreso a las diferentes galerías del museo.
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Paso a paso descubre uno el trabajo magistral del arquitecto Norteamericano de origen Chino a quien no se le escapa ni el más pequeño de los detalles, cada línea del despiece de los mármoles, cada trazo de las lozas y sus casetones, cada vidrio de las míticas pirámides contesta a un porqué en el trazo de un complejo programa que opera como la más osada ópera de Verdi: fluidamente.
Existen leyendas urbanas, y otras creadas por Hollywood, sobre la razón de ser de estas formas. Se dice, erróneamente, que la pirámide está conformada por 666 paneles de vidrio. En realidad está conformada por 603 rombos y 70 triángulos. Ni hablar de todo lo que D. Brown elaboró en su novela “El Código Da Vinci”. Lo cierto es que las formas y proporciones del magistral trazo de I.M. Pei están a la altura de las invaluables obras que este museo guarda.
Fotografía: Lorenzo Díaz
@lorenzodiaz y @EugeniaGG
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